lunes, 1 de septiembre de 2008

Reseña del volumen 2 en "Ciberlunfa"

Esta es la reseña del volumen 2 de Poéticas del rock que escribió para el número 25 de Ciberlunfa (agosto de 2008) Daniel Antoniotti:

El libro Poéticas del rock –volumen 2- se presentó el pasado 1 de agosto en la Academia Porteña del Lunfardo. De este modo se completa la obra compilada por Oscar Conde, cuyo primer tomo apareció el año pasado. En aquella primera parte se analizó la producción letrística de autores roqueros de nuestro país surgidos desde mediados de los años 60 hasta bien avanzada la década siguiente. Ahora, en la segunda parte, se abordan las letras escritas por figuras que irrumpen a fines de los 70 y hasta el presente.

Comienza el libro con el estudio de Johanna Tonini sobre las letras de los Redonditos de Ricota, escritas por Carlos "Indio" Solari, en las que emerge como eje temático omnipresente la necesidad de resistir, ante la asfixiante realidad sociopolítica de esa segunda mitad de los setenta. Tal vez por eso, por la necesidad de eludir lo explícito ante los peligros en ciernes, se impusieron desde entonces en la lírica de Solari las metáforas herméticas y los sobreentendidos, como también, en el plano léxico, las onomatopeyas y los neologismos mezclados con vocablos del mundo marginal.

Constanza Molina es la responsable del estudio de las letras que Luca Prodan creó para el grupo Sumo, gestadas muchas veces al compás de "zapadas", de improvisaciones. En ellas, Prodan recrea su experiencia, su visión crítica de la realidad en textos mixturados de relatos, personajes, enigmas y sentencias, conformando una poética caracterizada por la inclusión de narraciones, por lo general en primera persona, y la presencia de diálogos. Una característica original la da la fusión de una escritura en dos idiomas, el inglés de Gran Bretaña, donde Prodan, nacido en Italia, vivió muchos años, y el español de la juventud porteña de los 80. Ese rasgo bilingüe de las letras de Sumo crea una especie de lenguaje vivo por sí mismo, que parece jugar entre la sonoridad y la multiplicidad de sentidos, evidenciando este juego en su particular forma de narrar hechos de la vida cotidiana.

Darío Maroño, por su parte, se ocupa de la letrística del grupo Divididos, signada desde su origen por el humor y la preocupación social, y explica cómo, a medida que evolucionaron en la década del 90, la segunda impronta se fue imponiendo sobre la primera. Fito Páez tal vez sea el roquero argentino con mayor éxito en esa alquímica fusión entre la lírica y la música, conforme lo aprecia Julia Louge. Para ella la música crea la atmósfera, el clima, para la contención perfecta de la letra del rosarino. De los variados registros de este autor, Louge le da preeminencia a la temática de la violencia en las grandes urbes y la búsqueda ontológica que surge derivada de ella.

Para María José Mascia, la poética expresada por Andrés Calamaro lleva inevitablemente a recordar la fórmula sesentista de "sexo, droga y rock and roll". Así, este emblemático cantautor compuso una larga lista de clásicos en los que se desnuda a sí mismo, convirtiéndose, muchas veces, en su propio tema.

Gustavo Cerati es estudiado por Karen Koch, quien descubre en sus letras una época controvertida que se explicita, más que en una voz de denuncia, en una manifestación estilística y temática muy propia de la posmodernidad. De este modo, en sus canciones desfilan una serie de atributos del hombre contemporáneo: vacío existencial, necesidad de consumo e individualismo hedonista.

Concluye la obra con el estudio que le dedica Matías González a la Bersuit, con una detallada introducción generalizante sobre la importantísima relación que se establece entre las letras, la música y la interpretación. Luego de lo cual, destaca entre las temáticas persistentes en el origen del grupo mencionado lo que denomina aullido teológico, al que suma la arenga genital y la blasfemia política. Hace notar González que la Bersuit se adecua al flujo de la opinión pública, lo que les permitió a sus integrantes colectivizarse sin traicionar del todo una fidelidad propia. Esas tendencias temáticas han sabido flexibilizarse a lo largo de la carrera de la banda que, además, desde lo estilístico, recurre muchas veces a ingeniosos juegos verbales.

En el prólogo de este segundo volumen, Oscar Conde, compilador y propulsor de la empresa, menciona con generosidad y modestia otros trabajos editados en los últimos años sobre el rock argentino. Y es cierto que Poéticas del rock, en sus dos tomos, se suma a esta inquietud que despierta el tema en investigadores y lectores; pero hay que destacar que ninguna de esas otras publicaciones ha contemplado el enciclopédico arco de autores ni alcanzado el profundo rigor que lograron Conde y sus colaboradores en esta monumental obra.

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