viernes, 22 de febrero de 2008

Soda Stereo: La vidriera posmoderna



Al recorrer la obra de Gustavo Cerati descubrimos, más allá de los rasgos estilísticos de cada época y de las diferentes situaciones de creación a las que arriba como compositor, que hay una temática que se repite siempre. Sin negar otras preocupaciones sobre las que también compuso, vemos de manera destacada en su creación poética los temas del amor y la mujer. Respecto de esta fascinación de la que hacen eco sus versos, Cerati nos dice:

[...] yo veo a las mujeres como reinas, tienen un sentido más profundo y más simple de la vida, aunque generalizar es terrible. Necesito escucharlas mucho, dicen cosas mucho más importantes a pesar de todo el cotorreo.[...]Son más sencillas. Recupero gran parte de las cosas importantes de la vida a través de ellas. Tengo una fascinación muy grande. Todas mis canciones hablan de mujeres de una forma u otra.[...] Son un puerto en sí mismas, pero como todo puerto tiene salida al mar. Te relacionás con el mar, y con las profundidades y con la luna, no lo puedo disociar de eso. (El Planeta Urbano, junio de 2000, p. 48-49)

Esta temática persiste con fuerza en la obra de Cerati, de la misma manera que su poética persiste como hija de la música. Toda canción que fue escrita para ser escuchada y no leída está sujeta a una estructura musical, pero en el caso de las canciones de Cerati, no sólo persiste una indisolubilidad entre partes, sino que además vemos nacer la poesía de la misma música. Cerati lo resume con claridad:

[...]hago la música primero y la música tiene una cantidad más o menos dirigida de emociones. Después trato de traducir con las letras. Por eso es que no tengo mucha capacidad para escribir historias, sino para describir esa emoción y tratar de que no se me vaya. (El Planeta Urbano, junio de 2000, p. 4)

Podemos decir que la poética de Gustavo Cerati es descendiente directa de la música y ambas de la posmodernidad. En las letras se ven reflejados los valores esgrimidos de esta última y una tendencia estética propia de estos tiempos. El lenguaje literario posmoderno se esparce en aplicaciones alternativas como el montaje, la ruptura secuencial, la pérdida de la linealidad, la fragmentación de los contenidos, la simultaneidad de enfoques o el juego fónico como búsquedas de nuevas expresiones. En Cerati reconocemos estos recursos estilísticos propios de la época. También a ésta la vemos reflejada en los contenidos temáticos del autor que revelan el perfil cultural de esta sociedad en que se desarrollan procesos como el individualismo hedonista, la cultura de la posesión material, el consumo liviano de prácticas religiosas orientales –en las que se destaca la divinización del cosmos— la indiferencia y el vacío existencial. Estos procesos propios de la posmodernidad aparecen en los temas sobre los que compone Cerati pero también aparecen en los que no compone: no encontramos en este autor temas dedicados a lo social, a lo político o a lo ideológico. Esta omisión es tanto más representativa que los temas sobre los que sí ha escrito. Es por ello que podemos afirmar que la obra de Cerati está profundamente ligada a estos tiempos, de allí su indudable valor representativo. Cerati no ha escrito sobre la fugacidad de la vida, ni sobre la vejez. La infancia y la pobreza no son temas sobre los que trate. Tampoco los avatares políticos, sociales, culturales o artísticos. La amistad y la familia, la enfermedad y la muerte, entre otros posibles tópicos, no surgen –al menos con una notoria presencia— de su obra y esto está en franca relación con estos procesos de los que hablábamos, los que se dan con fuerza en las sociedades de Occidente principalmente a partir de la década del ochenta.

A estos predominios temáticos se les encuentra una razón de tipo cultural que muy bien ha definido Gilles Lipovetsky, quien ha sostenido en La era del vacío que la originalidad de lo posmoderno radica en que lo individual predomina sobre lo universal, lo psicológico sobre lo ideológico, la comunicación sobre la politización, la diversidad sobre la homogeneidad y lo permisivo sobre lo coercitivo. Existe en la poética de Gustavo Cerati una marcada delimitación temática. El amor, la mujer y el sexo son sus principales obsesiones. A través de estos tres principales temas se traslucen otros, que siempre son un eco del pensamiento y el sentir del hombre posmoderno.

Karen Koch

lunes, 18 de febrero de 2008

Bersuit


Fábula de la recta y la parábola

La Bersuit llega a los oídos del gran público –"señoras pilates", DJs y toda esa gente que elige personal y minuciosamente los tomates pero confía a los medios la administración de su arte- con Se viene y Sr. Cobranza. El primero fue augurio y luego música de fondo para los saqueos de diciembre de 2001:


Se viene el estallido,
se viene el estallido
de mi guitarra ,
de tu gobierno, también. (Se viene)



El segundo, algo así como La marcha de la bronca adaptada para menematos y otro tipo de delitos. Recordemos: “Son todos narcos, son todo narcos”. Bien. Me interesaría elevar este ejemplo hacia la cúspide de un proceso poético que se desencadena –por poner una fecha grata al oído– hacia 1983...

En los tortuosos tiempos de reorganización nacional, cierta musa verde oliva auspició la metáfora como curva antipolicial. Con la llegada de la democracia, en franco respingo de panqueque, el rock presentará una poética de facto, de comunicación percutiva
. La palabra debe arrojarse, ahora importa menos el filo de sus contornos que su peso en bruto. Unos pocos se lanzan contra las articulaciones hipócritas, o le taclean el pie de apoyo a la salutaciones de embajada (Manos de Fillipi). La mayoría, en cambio, se complace en atacar los centros púdicos, en la demagogia adolescente, en el fácil aplauso que auspicia el porro.

Como dos amantes que recorren cierta gradación obscena para mantener el estímulo, la poética del rock apeló a un mayor voltaje, y así las metáforas narcóticas de antaño terminaron por desembocar en el desempolvado estribillo “Cocaína, cocaína, yo me voy para Bolivia” (La Renga). En este mismo sentido, la Bersuit invita a aquellos “hombres de hierro que no escuchan el dolor” a retirarse: “Váyanse todos a la concha de su madre”. Este proceso de cansancio, de desaliento imaginativo, fue encarnado por Bersuit tempranamente. Ya en el ’89, uno de sus temas colabora con nuestra tesis: Como nada puedo hacer, puteo.

Esta poética, que dimos en llamar de facto, se desarrolla por inversión con la llegada de un gobierno retórico, de un gobierno del que podríamos decir –si se nos permite tal rebaja en el precio del adjetivo– que es poético: manipula imágenes para sus e-lectores, elige le mot juste que encabezará el afiche, etc. Por sano afán de simetrías, la democracia, un dominio siempre atento a la adjetivación que encubre, a la paráfrasis que enreda y a las digresiones que huyen, motiva la ofensa desnuda:

Hijos de puta en el congreso,
hijos de puta en la Rosada
y en todos los ministerios. (Sr. Cobranza)


Dicen que la recta es el camino más corto; ok, pero la parábola es la estrategia del buen arquero: su flecha conoce de física; considera la gravedad, sabe que el aire logra cansar el movimiento eterno. Comprender la atmósfera espesa que separa al pan de lo que llamamos pan y al vino de lo que llamamos vino es condición ineludible para dar en el blanco.

En el mal sexo y en la peor poesía, la escalera de la obscenidad es finita (¡Dios salve la curva del erotismo!), su punto culminante es la crueldad, el asesinato (el snuff: que es una autopsia adelantada). Más o menos temprano, la videocámara porno desemboca en rectoscopía, y eso es medicina: el cuerpo como pre-cadáver. Sabemos que a la larga, a la gente, es más divertido cogerla viva (un surrealista dixit).

Como postrero ejemplo del proceso que señalamos, y a modo de alarma ante su peligro de esterilidad, ante la desidia gritona de los simplones, es elocuente el contraste entre la discreta, pero al fin útil, insinuación masturbatoria de Federico Moura (“Tu imaginación / me programa en vivo”)
y la desplomada, dolida confesión del grupo Las Pelotas (“Si cierro los ojos y pienso / cuántas veces te quise tener / y ahora que no se me para / empiezo otra vez).

El proceso no fue inmediato. Retirado el enemigo, el rock se toma un relax pop en las aguas efervescentes de Soda Stéreo, se divierte en un motín de kiosco con Los Twist, se afemina con Virus.

Matías González

sábado, 16 de febrero de 2008

El rock de La Cueva, un modo de composición oral


En 1970 se editaron Treinta minutos de vida (grabado por Moris el año anterior) y Rock de la mujer perdida, el último LP de Los Gatos con Litto Nebbia. A fines del mismo año, Manal grabó El León para separarse poco después. A comienzos de 1971, cada uno de los integrantes de Almendra tomó su propio camino – proceso que puede seguirse si se estudia la evolución de los grupos Pescado Rabioso, Aquelarre y Color Humano–. Y a pesar de que el único disco de Tanguito salió en 1973 (es decir, post mortem) había sido grabado en el ya lejano 1969. Estos datos nos indican que 1970 es una buena fecha para establecer el fin de la primera época del rock nacional, que había empezado, con todas las discusiones del caso, en 1966 con el efímero grupo Los Beatniks, liderado por Moris.

La intención no es analizar en forma separa y exhaustiva la letrística de Tanguito y la evolución de las obras de Moris y los integrantes de Manal, sino hacer un corte y describir los elementos en común que el corpus poeticum de estos creadores tenía en aquellos años legendarios de La Cueva de Pasotus y hasta poco después de 1970.

Antes de buscar cuáles fueron los principales tópicos que abordaron los autores que estudiaremos, una primera aproximación debe tener en cuenta el modo de producción de los temas, ya que el mismo produjo consecuencias estilísticas y temáticas. […]

Estas canciones no estaban pensadas para la grabación inmediata, sino para ser interpretadas en cualquier momento. Por eso adquieren rasgos que las asemejan a otras composiciones pensadas para un entorno oral. Y a pesar de que es obvio que no podemos comparar la sociedad de la década del ’60 con otras en las cuales se dio el fenómeno de la oralidad – los tiempos de la cultura homérica o la Edad Media -, en algún sentido este grupo de creadores se manejaba con respecto a la composición de sus temas con algunos de aquellos mismos parámetros.

Diego Diez Olea

martes, 12 de febrero de 2008

Veinte años sin Prodan


Prodan era una tromba, un tsunami, un torbellino vital que arrastraba consigo a todos los que lo rodeaban ... afirma en esta nota Oscar Conde


El 22 de diciembre de 1987, hace exactamente veinte años, moría Luca Prodan y junto con él se acababa una de las bandas más originales y creativas de toda la historia del rock nacional: Sumo. La impronta que Prodan dejó, la vigencia de su mensaje y de su figura emblemática de rocker auténtico ha ido mucho más allá de aquellas legendarias pintadas de fines de los ’80 que proclamaban, en un inglés algo chapuceado, "Luca not dead".

Prodan era una tromba, un tsunami, un torbellino vital que arrastraba consigo a todos los que lo rodeaban. Los restantes músicos de Sumo eran tipos de un extremo talento, tal como quedó demostrado después con las respectivas carreras de Divididos y de Las Pelotas –dos grupos con plena vigencia y un sólido desarrollo artístico– e incluso con la carrera de Roberto Pettinato, quien relegó la música a un segundo plano pero se convirtió en el conductor radial y televisivo más importante de la última década. Todos integraban Sumo, pero Sumo era Prodan. Y la prueba de ello es que sin él no siguieron.

A menudo se ha ponderado la figura de Luca en el escenario al frente de la banda, su magnetismo y su audacia como cantante, su autenticidad y su verdadero desprecio por las mieles de la fama y la escalera al cielo del star system a la que intentan trepar –con los dientes, si es necesario– la mayoría de los rockeros argentinos. Se ha valorado incluso lo que de raro y provocativo tenía cantar en inglés en aquellos tiempos post Malvinas. Sin embargo, no se ha dicho todavía lo suficiente sobre la poética de Prodan, autor de la totalidad de las letras del grupo, labor que en contadas ocasiones compartió con Pettinato.

Se sabe bien –porque él mismo lo ha dicho– que con frecuencia los temas de Sumo eran el resultado de largas zapadas con letras que iban siendo improvisadas por el italiano. El resultado de semejante modo de creación podría, en consecuencia, no ser de alto vuelo. Sin embargo, generalmente lo es. No estoy diciendo que las letras de Prodan sean técnicamente irreprochables, sino que muchas de sus características responden a una búsqueda estética conciente, que en ocasiones incluso juega con intertextualidades insospechadas.

La fragmentación del lenguaje y de las imágenes se combinan con otros recursos, como la polifonía (en Cinco magníficos y Hola Frank, por ejemplo), el uso de términos expresivos –marcas (Nesquik, Wellapon), apellidos (Burruchaga), nombres de países o localidades (Uruguay, Chivilcoy), sustantivos comunes (cucurucho)– o las alusiones más o menos veladas tanto a algunos poetas cultos como rockeros.

La mixtura es la clave compositiva en la que se integran voces, retratos y narraciones de Babilonia –así llama en varios textos a la megalópolis que suele servirle como marco– sobre la base de una suerte de fusión caprichosa entre los dos idiomas adoptados por el italiano: el inglés y el español rioplatense. Este bilingüismo de Prodan, que por momentos puede llegar a desorientar, ha sido fundamental desde el punto de vista poético.

No voy a ahondar en el análisis de temas tantas veces aludidos como La rubia tarada o Mañana en el Abasto, que sin duda alguna poseen dentro de la letrística de Sumo un lugar destacado. Lo que pretendo es relevar algunos juegos intertextuales normalmente pasados por alto.

Por ejemplo, Lo quiero ya comienza con un verso ("Hasta que choque China con África") que parafrasea un poema de Auden denominado As I walked out one evening (Mientras paseaba una tarde), que dice: I’ll love you, dear, I’ll love you / till China and Afica meet, / and the river jumps over the mountain / and the salmon sing in the street ("Yo siempre te voy a querer, / hasta que China y África se junten, / y el río salte encima de la montaña / y el salmón cante en la calle"). Por su parte, en Fuck you Prodan menciona explícitamente el álbum Blonde on blonde de Dylan: The grey turned into gold / just when the day was getting old. / «Blonde on Blonde» Dylan knew / just I was going through. / Shine that light on me ("Lo gris se convirtió en oro / justo cuando el día envejecía. / En Blonde on blonde Dylan sabía / justo lo que yo estaba pasando. / Hacé brillar esta luz sobre mí"). Puntualmente hay una alusión al tema Pledging my time, que tiene con Fuck you más de una temática en común.

Estallando desde el océano es un caso particular, porque posee dos alusiones, y bien distintas entre sí. En un pasaje canta Prodan Over the hills, over the prairies, / down in the pampa, up in the tundra, / and in Paris in spring. And in old Pekin / and in Katmandu. And in Xanadu / I’m bursting out of the ocean ("Más allá de las colinas, más allá de las praderas, / abajo en la pampa, arriba en la tundra, / y en París en primavera. Y en la vieja Pekín / y en Katmandú. Y en Xanadú / estoy estallando desde el océano."). En estos versos se está recreando el poema "Kubla Khan" (1797) –producto de un sueño alucinatorio experimentado por Coleridge después de haber consumido opio–, en el cual aparece la descripción de un sitio maravilloso debajo del océano, ubicado en lo que el poeta inglés llama el "Xanadú oriental", donde Kubla Khan ordena construir un palacio.

Más adelante canta Prodan en la misma canción: Gimme this and gimme that. / I’ve got no need for your satin and tat. / Gimme this, gimme that. / I’ve got no need for your bipperty, / bipperty, bipperty hat ("Dame esto y dame aquello. / No necesito tu satén ni tu encaje. / Dame esto, dame aquello. / No necesito tu sombrero inquieto, / inquieto, inquieto"). Estos versos remiten directamente a los del tema de David Bowie Queen Bitch, incluido en su álbum Hunky Dory (1971): She’s so swishy in her satin and tat, / in her frock coat and bipperty-bopperty hat. / Oh God, I could do better than that ("Ella es tan atorrantita con su satén y su encaje, / con su levita y su sombrero inquieto. / Oh, Dios, yo podría hacer algo mejor que eso"). Prodan retoma en su experimento intertextual tanto la construcción satin and tat como la palabra bipperty, ambas de muy difícil traducción al español. (Y aclaro esto porque habitualmente tat no se usa en inglés más que como verbo: ‘hacer o tejer encajes’ y el sustantivo ‘encaje’ se dice tatting. Quizá la necesidad de la rima con hat haya sido decisiva para su inclusión. En cuanto al juego de palabras bipperty-bopperty es, sin duda, una creación de Bowie, sobre modelos como el de clippety-cloppety, que describe el sonido de los cascos de un caballo.)

Alta cultura del rock local

En una sugestiva antología compilada por Oscar Conde, un grupo de jóvenes profesores de letras instala a la producción lírica del rock argentino como objeto de estudio ineludible.

Cuando el rock dio sus primeros pasos, las letras tendían a ser una especie de mantra banal que sólo tenía un fin melódico. Pero en algún momento, los astros, el contexto y ciertas genialidades individuales se alinearon para que las palabras pasaran a ser ese otro cincuenta por ciento del espíritu de la obra. Es a partir de ese cimbronazo que mucho se han abocado a la tarea de explorar los posibles significados de esas palabras que conviven con la música, que en muchos casos delatan, transforman o predicen los rasgos de una época. Poéticas del rock es una antología que se propone analizar exhaustivamente la producción lírica del rock argentino.

A lo largo de más de 500 páginas, el primer volumen de esta obra pone foco tanto en las letras en cuanto exponentes de ciertas corrientes estéticas como en su calidad de reflejo de la poética propia de los diferentes autores: así como La Cueva y los primeros años del rock nacional son vistos como una unidad temática, Charly García y León Gieco son analizados individualmente, en un recorrido que abarca desde su producción inicial hasta su labor contemporánea. Por otro lado, el arco que trazan los trabajos compilados [incluidos en este volumen y en el inminente volumen 2] (que cuentan con un análisis introductorio de la evolución del rock a nivel global) aborda desde la fundación del rock local de la mano de Los Gatos, pasando por la aparición de Sumo y Fito Páez en los 80, hasta la actualidad, representada aquí por la banda Bersuit Vergarabat.

Compilador e inspirador del volumen, Oscar Conde –profesor de griego de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, docente de lengua y literatura clásica en el IES Nº 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo”– viene trabajando las diferentes formas que asume el lenguaje popular en investigaciones como Poéticas del tango y el notable Diccionario etimológico del lunfardo. Como formador de profesores, ha desarrollado, además, numerosos programas de actualización –jornadas sobre géneros literarios como el policial y el terror– para docentes y estudiantes del profesorado. De hecho, el resto de los autores de Poéticas del rock son jóvenes profesores de letras, generalmente alumnos o ex alumnos de Conde en el profesorado Alicia Moreau de Justo.

El desafío de todo libro sobre la poética del rock autóctono es cómo tratar con originalidad algunos elementos ineludibles: la obra de Luis Alberto Spinetta, de Charly García, de Carlos “El Indio” Solari. A veces, los lugares comunes suelen estar tan arraigados que ni las mejores intenciones sobreviven a ellos. Poéticas del rock trabaja equilibradamente los recursos interpretativos: algunos artículos explotan el análisis académico –por ejemplo, con citas de los formalistas rusos para explicar la deriva de Manal–, y otros se sumergen en el rico anecdotario del rock nacional.

Esta variedad hace del libro una herramienta de análisis a la vez sustanciosa y ligera, donde abundan las contextualizaciones precisas de cada uno de los fenómenos expresivos estudiados, las explicaciones en la voz de los propios artistas e, incluso, detalladas crónicas sobre datos útiles que provienen del folclore rockero.

Un ejercicio recurrente a lo largo del libro es elaborar una apreciación de cada creador a través de un concepto vertebral. Uno de los casos más logrados es el del trabajo de Belén Iannuzzi sobre Spinetta. Allí la autora propone un recorrido a través de su producción usando como hilo conductor las diferentes formas en que Spinetta se refiere a la luz. Otro caso paradigmático es el de Charly, analizado por Conde, quien estudia cómo la soledad funciona como leit motiv, ya en el virtuosismo de Serú Girán, en la lucidez del García de los 80 y, finalmente, en los extravíos del rock star imprevisible e incontenible de Say No More. Escribe Conde: “Si hubiera que buscar un tema dentro de la obra de García, ese sería inevitablemente la soledad. […] Detrás de la búsqueda obsesiva del amor, la soledad se agazapa como una fiera acechando una y otra vez, cuando no presentándose e inundándolo todo”.

Poéticas del rock no es un trabajo pensado para atraer a los iniciados que van en busca de la figurita difícil del rock nacional. Será, seguramente, un instrumento valioso para profesores en busca de modelos de análisis de los géneros populares (realizado por quienes lidian o han de lidiar con la enseñanza de la literatura y el análisis literario a adolescentes, el libro instala justamente al rock y a sus protagonistas como objetos de estudio ineludibles). También será una brújula útil para quienes quieran comprender y disfrutar más de esa confusión de canciones que guarda la memoria.


Paulo de Santis

EN CLARIN CONTENIDOS

Redondos, liturgia de la resistencia


El futuro ya llegó

“El futuro llegó hace rato”. De este modo se inaugura la canción Todo un palo (Un baión para el ojo idiota, 1987), que aborda una de las temáticas más recurrentes del grupo, una recreación del tópico medieval del tempus fugit, pero trasladado a nuestros días. El acento está puesto en la fugacidad de la vida y el vértigo con el cual se vive y se dispersa el presente. El objetivo es mostrar que en la actualidad, y desde hace mucho, hay un intento por ir a mayor velocidad que el tiempo, por dejar de lado un pasado que a cada minuto se vuelve descartable y sin sentido. Así, la vida no se vive, se gasta, como se sugiere en Roto y mal parado: “Quemás tu vida en este día / en esta tibia, tibia fila”. Desde este paradigma vital no se aprecian en modo alguno las vivencias sino que, por el contrario, todo lo que experimentamos se vuelve inmediatamente parte del pasado, ese lugar al que no se quiere volver, según se afirma en un tema de Último bondi a Finisterre (1998):

Hoy todos somos gente del pasado
y la alucineta es que nadie
quiere volver a ser como antes, ¡no! (Scaramanzia)

Todo lo que nos rodea atenta abiertamente contra nuestra integridad psíquica. Una muestra de ello son los siguientes versos de Ya nadie va a escuchar tu remera (Oktubre, 1986):

Esto es efímero, ahora efímero.
¡Cómo corre el tiempo!
[...]
Un último secuestro, ¡no!
El de tu estado de ánimo, ¡no!
Tu aliento vas a proteger
en este día y cada día. (Ya nadie va a escuchar tu remera)


Aquí aparece, además, otro concepto interesante y repetido en la obra de Solari: el estado de ánimo, ese lugar de nuestra psiquis al que debemos proteger frente a todo y que no debemos dejar que se profane. La idea es, entonces, resguardarse del vértigo y no permitir una influencia externa que llegue al punto de “secuestrar”, o modificar un estado emocional.

En Momo Sampler, último disco de los Redondos, editado en 2000, el elemento futurista está muy presente ya en el nombre mismo. Como en otros casos, Solari toma voces inglesas y las distorsiona para resignificarlas. El término sampler hace referencia, como explica Bárbara Belloc, al “aparato electrónico utilizado en el procesamiento digital del sonido”, técnica muy desarrollada por estos días. En el nombre del disco se lo ubica junto a Momo, nombre del rey de los carnavales. De este manera se arma un sintagma donde no está claro cuál de las dos palabras es el sustantivo y cuál el adjetivo, o si ambos funcionan como sustantivos. Lo llamativo es la mezcla de lo carnavalesco con lo electrónico.

Otro ejemplo de esta asimilación de voces y expresiones relacionadas con la tecnología es el nombre de una canción del mismo disco: Morta punto com, en la que se habla de un hombre a cuyo apodo se le coloca la extensión ‘punto com’, como si se estuviera hablando de un sitio de Internet. Evidencias más claras aun encontramos en el tema Nuotatori professionisti (Luzbelito, 1996), en el que con gran ironía se describen las actitudes de los personajes “modernos”:

¡Viven temiendo despertar de sus sueños!
Van de vampiros de arrabal.
¡Adidas digitales!
Pepsi inyectable y... ¡dame más, dame más!
¡Qué milagroso día el de hoy! (Nuotatori professionisti)


Frente a la firme pretensión del sistema de instalar lo tecnológico en todos los aspectos de nuestra vida y la consecuente valorización del hoy (el carpe diem) como instancia fundamental, tanto el pasado como el futuro se vuelven intrascendentes. Esta constante referencia a la irrupción de una "revolución tecnológica" en la producción de los Redondos por supuesto se percibe en los sonidos, pero esencialmente se expresa en las letras. Por cierto, se aprovechan las nuevas tecnologías para la creación musical, pero teniendo conciencia de lo perjudicial que pueden ser en otros planos si no se las aprovecha en su costado favorable. Es justamente a esto a lo que se refiere Skay Beilinson con las siguientes palabras:

Hoy en día irrumpió una tecnología que hace un tiempo atrás no existía, eso tiene sus ventajas y sus desventajas [...] La desventaja generalmente es tener sonidos más standard, donde todo tiende a parecerse. Quizás falte un poco de creatividad, pero yo creo que llegará y que poco a poco aparecerán nuevas tendencias y nuevos lugares donde la música volverá a ser brillante. (Sagramoso, 2004, p. 146)

Más allá de la esperanza que esboza el músico, el futuro pareciera presentarse como incompatible con la generación de nuevas ideas y creaciones artísticas. Esto es, de hecho, lo que se postula desde diferentes canciones: la decadencia de ciertos valores y el surgimiento paralelo de los nuevos ideales que se proponen alcanzar las sociedades de los tiempos posmodernos. Es bien explícita en este sentido la letra de Shoping-Disco-Zen (Lobo suelto, cordero atado, 1993):

Tengo buenas y malas noticias para vos:
“La belleza es lo que te da felicidad”.
Si todo gira en el Shoping-Disco-Zen,
tu belleza es de Shoping-Disco-Zen. (Shoping-Disco-Zen)


Aun cuando hay evidencias de una proliferación tecnológica y supuestamente un fácil acceso a ella, eso no es suficiente para generar nuevas ideas; “no hay más bohemia, todo es chusmear” dictamina Solari en Lavi Rap, idea que refuerza Poly Castro:

Ahora es como un tiempo así de impasse porque falta pasión, un poco de fuego, un poco de ideas nuevas. […] Las bandas nuevas, justamente al carecer de algo que tenga que ver con lo ideológico, quedan como pasando. Hay músicos impresionantes y grupos buenísimos, pero falta algo, falta una movida que tenga un sentido, algún mensaje. (Sagramoso, 2004, p. 151)

El avance que se produjo a nivel tecnológico no se ha acompañado dignamente en el plano del pensamiento, y ante esta tecnocracia sin ideas hace falta resistir.

Johanna Laura Tonini

sábado, 9 de febrero de 2008

Ensayo
Compilado por el poeta y crítico Oscar Conde, Poéticas del rock es una guía esclarecedora que reivindica la poesía de sus letras y funciona además como una historia del género.

La bibliografía sobre el rock argentino puede dividirse en tres grandes grupos: los libros que analizan el movimiento como un gesto cultural (con una mirada, en general, sociológica), cuya punta del iceberg es la música; los que se encargan de desmenuzar la obra de grandes grupos y solistas, y los que, simplemente, apuntan a los fan s y se concentran en una suerte de cronología del éxito más que en un análisis de la obra. De todas maneras, la literatura sobre rock local no es abundante.

El primer volumen de Poéticas del rock inicia un nuevo camino dentro de la literatura rockera: la mirada académica. Y resulta una circunstancia para celebrar por más de una razón. En primer lugar, porque se le da al rock , y a los músicos de este género, un estatus que siempre se le discutió por considerarlo extranjerizante, ruidoso y porque "no se entiende lo que cantan". Otra razón es que el libro aporta una mirada profunda y esclarecedora, que sirve de guía para entender esta expresión a quienes nunca repararon en el género.

El trabajo realizado por Oscar Conde como compilador -autor, además, de Poéticas del tango (2003) y del Diccionario etimológico del lunfardo (2004)- reúne en este primer volumen textos dedicados a las figuras fundacionales -y fundamentales- de nuestro rock , en los que diversos autores analizan la poética y el universo discursivo de Moris, Manal, Tanguito, Litto Nebbia, Pipo Lernoud y sus contemporáneos de La Cueva, Arco Iris, Luis Alberto Spinetta, Charly García y León Gieco. El carácter inaugural de Poéticas... radica, justamente, en el foco del análisis, ya que no son muchos los antecedentes -aunque los hay- de investigaciones que se hayan ocupado del rock como materia de investigación.

Dice el compilador: "Si se estudia en particular la obra de cualquiera de ellos, se podrá determinar cuáles son los rasgos temáticos, compositivos y estilísticos que caracterizan a su autor. A la suma de estos rasgos la llamamos poética. En este sentido, una poética es un modo propio de ver la realidad y, al mismo tiempo, un estilo, un lenguaje, una manera de contar las cosas. Es lo que le da sustento a una obra ".

Lo interesante no radica sólo en el rigor académico con el que se analiza el desarrollo de algunas carreras muy extensas, sino en los diversos puntos de vista que surgen en esa búsqueda y que sin duda artistas como Spinetta o García evidencian en sus distintas etapas, unidas bajo la impronta de una exploración estética que enriquece nuestra música popular. Aparece, por ejemplo, Arco Iris, una banda imprescindible de los primeros años de esta historia, pero que siempre queda marginada cuando la mirada se detiene solo en aquellos grupos cuya popularidad persistió hasta nuestros días.

Pero existe un punto más sobre el cual el lector deberá demorarse y que resulta crucial no solo para abarcar el libro, sino porque va a despertar alguna polémica: las letras son tratadas como poesía. Sin distinción. Y son encaradas como tales. Poemas sin rima que con la música conforman una expresión artística. (Vale agregar que Pipo Lernoud insiste desde hace años en que las canciones deben ser tratadas como poemas.) A partir de esta propuesta, que es a su vez una declaración de principios, Conde estructura desde el prólogo el devenir de los análisis que vendrán.

A esto hay que agregar que la diversidad de autores genera una variedad de formas de análisis y distintas maneras de abordar el estudio de la obra de cada artista. A su vez, con esas historias individuales toma forma una historia del rock argentino a partir de sus principales artistas.

Los autores (en general muy jóvenes) realizan aportes profundos y guardan cierta distancia con los "próceres" locales, lo que les permite obtener perspectivas como la de Belén Iannuzzi sobre Spinetta en su extenso ensayo: "Spinetta, el rapsoda del inconsciente, celebra en mantras la ronda de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, como principales constitutivos de la vida, como espectros de la idea de Dios, como expresión de la espiritualidad del hombre, aquélla que es capaz de derribar la maldad".

Poéticas del rock inaugura un camino que, seguramente, llevará a muchos otros lugares enriquecedores.

Daniel Amiano
LANACION.com ADN Cultura Sábado 9 de febrero de 2008

lunes, 4 de febrero de 2008

"No puedo hacer música pensando en el negocio"

Litto Nebbia es uno de los fundadores del rock nacional, admirado y querido por músicos de la vieja trova y de la nueva. El autor de La Balsa habló sobre el futuro del disco y las discográficas, su Rosario natal y de la música como sentido de la vida.


¿Cómo fue abrir las puertas del rock nacional?, ¿cómo creés que lo recordarán las generaciones venideras?
Lo recuerdo como todas las cosas en las que me embarco, con mucha pasión y gran poder de vocación.

No tengo la menor idea de cómo se recordará. Sería muy positivo que la propuesta idealista de abordar una rama del arte sin temor a los riesgos sea tomada… porque hoy en día se están desvirtuando las cosas… todo el mundo quiere ser famoso, pero nadie quiere hacer el mínimo esfuerzo. Muchos creen que la cosa pasa por el “padrino” que tengas, o bien, el concurso que ganes. Nada más alejado del real concepto de arte que todo eso.

Fuiste explorando y manifestándote en otros géneros, además del rock: folklore, jazz, tango… ¿te considerás un vanguardista?
Uno no hace las cosas pensando en qué lugar va a ocupar. Uno las hace por puro placer del alma y por una noble convicción afectiva.

Hay canciones mias que perduran 20 o 30 años después, y hay otras que se “descubren” 15 años más tarde…no sé…nadie sabe el porqué…

¿Qué es la música, el arte, para vos?
El arte es el sentido de la vida. Es mi manera de transmitir lo que siento cuando estoy feliz o triste. Cuando me pasan las cosas que a todos en algún momento de la vida les pasan.

La música esencialmente es mi herramienta, pero estoy todo el día con el cine, la literatura, la poesia….la poética del arte. Nunca hice otra cosa en mi vida. Es un privilegio del destino y lo vivo con mucha humildad.

Con tu sello, Melopea, también seguís “abriendo puertas”, editando música que no resulta comercial para las otras grandes discográficas, ¿en qué radica esa decisión?
Nuestro sello es una especie de Casa de Arte, así me gusta llamarla. Allí produzco todo lo que me gusta y también mis albumes personales. En otro lugar no podría hacerlo. No puedo hacer la música pensando que prima antes el resultado del negocio que la calidad de la misma.

Muchos ya hablan de que en un futuro no muy lejano compraremos canciones sueltas y no discos, ¿es el fin del disco tal como lo conocemos?
Quizá es el fin de un gran negocio como lo conocemos en el mundo entero. Creo que en muchos lugares del planeta la industria del disco se equivocó. Olvidó que los músicos hacen la música y debieran tratarlos decentemente.

Las bajadas de internet o la piratería casi siempre están relacionadas con discos que son un éxito millonario. Sólo sucede que las compañias millonarias no ganan lo mismo que ganaban antes. Pero el disco, el producto o lo que sea que venga no va a desaparecer, sencillamente porque la música y el corazón de la gente no van a desaparecer. Quizá desaparezca esta forma de “bussiness”, pero bueno…se han encargado de arruinarlo todo y lo están logrando…

Hay una frase de Charly García que dice: “Hay que alambrar la General Paz para que no entre ningún rosarino más”; ¿Rosario es una cuna de artistas?
Siempre fue lugar de mucho músico. Yo tocaba con mis viejos a los 10 años, íbamos de aquí para allá, y a las 4 de la mañana el Centro de la ciudad parecía de día por la cantidad de bohemia que pululaba. Si te faltaba algún rosarino que no conocieras y sea músico…el Gato Barbieri, saxo de oro, el extraordinario violín irremplazable de Antonio Agri y así.

¿Qué estás escuchando ahora?
Me gusta el trío Aca Seca, también Pez, la Trova Rosarina de Fandermole, Abonizio & Goldín, tambien está un joven Diego Zaldivar muy talentoso, Gonzalo Aloras (otro rosarino), Rodrigo Aberatesgui viene bien.

En INFOBAE.COM por Belén Iannuzzi

domingo, 3 de febrero de 2008

Prólogo

El 8 de septiembre último, ADN dedicó su nota de tapa a la poesía en el rock. Allí se habló del trabajo de Oscar Conde, Poéticas del rock (vol. 1 y 2) , del cual reproducimos aquí, en exclusiva, el prólogo.

"Una canción no es sólo una voluntad creadora y una voluntad programadora. Una canción es una voluntad receptora que cada vez que la canta, cada vez que la utiliza, lo hace como instrumento expresivo de la propia sentimentalidad".
Manuel Vázquez Montalbán


La nota completa en ADN CULTURA

El humor en Divididos (tercera entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor


Lo que hasta este momento parece ser la etapa más posmoderna en el humor de Divididos sufre un vuelco dos años más tarde con la publicación de Narigón del siglo (2000). A partir de entonces, la ironía mordaz suplanta la liviandad de un humor que adquiere la cualidad de “democrático”. Así, el carácter coercitivo de la risa en el ámbito social parece adquirir cierta relevancia en el perfil humorístico del último disco mencionado. Precisamente, sobre este aspecto práctico de la risa dice Henry Bergson lo siguiente:

La risa es, ante todo, una corrección. Hecha para humillar, ha de producir una impresión penosa en la persona sobre quien actúa. La sociedad se venga por su medio de las libertades que con ella se han tomado. No llenaría sus fines la risa si llevase el sello de la simpatía y de la bondad.

Atrás parece haber quedado la felicidad ingenua de canciones humorísticas donde lo absurdo, lo soez, la irreflexión ante un juego de palabras sin ningún sentido más que el del juego mismo evitan pensar siquiera de un modo casual en el objeto humorizado. De hecho, la presencia de La gente se divierte y La firma del opa -ambas, canciones de Narigón del siglo- despliega ahora la ironía que en la complicidad del oyente tendrá por fin despertar la reflexión y la sensibilidad emotiva.


Sabemos también por Bergson que existe un cierto pesimismo que se va afirmando a medida que el que ríe razona su risa. Por lo pronto, podemos advertir, como en parte ya lo hemos hecho, que el sentimiento ante este nuevo humor será muy diferente al anterior. Veamos en principio algunos versos de La gente se divierte:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se desviste
en este ácido mundial.


Ya en el comienzo de esta primera estrofa podemos ver claramente que existe una tensión entre el significado que denota el primer verso (“La gente se divierte”) y el que denota el último (“en este ácido mundial”); tensión, por cierto, sobre la cual se posa la ironía que intenta dar cuenta del “mundo feliz” que actualmente nos toca vivir. Claro que la misma está presente también en el contraste del plano musical -un reggae festivo- y el plano temático con toda su carga de crítica. Por ende, se torna inevitable que frente al buen humor que nos provee dicha melodía -por supuesto siempre habrá quien la desprecie- se imponga la reflexión que nos tiene reservada la ironía, y que necesariamente impedirá que se prolongue la dicha conquistada. Continúa la canción:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se destruye,
fagocita y amasija entre sí.
[...]
Días de perdón virtual.
Las tripas cantoras
de este hambre mundial
dan vida a este monstruo paquete.



Dudamos que una lectura consciente de estos versos soslaye un posible sentimiento de tristeza. Nada quedó, en esta humorada irónica, de la liviandad que habitaba el humor en los primeros discos. La temática superficial, y en cierto modo procaz, de canciones como Camarón Bombay o Tajo C ha virado en una mirada crítica sobre la realidad social. El humor que habitaba en la poesía se ubica a partir de este momento en el plano puramente musical. Puede decirse, incluso, que el “buen” humor que habitaba en las palabras se trastrueca ahora en “mal” humor.

Vemos así cómo frente al humor destilado que Lipovetsky observa en la posmodernidad francesa de mitad de los ’80 -y que Divididos parece justificar en la Argentina de mitad de los ’90- emerge un costado reaccionario del humor, aunque con un sentido progresista, en los albores del nuevo milenio.

En La firma del opa -canción que, como ya se mencionó, también integra el disco Narigón del siglo- parte de lo dicho anteriormente se repite; sólo que ahora la referencia es claramente localista:

Se han gastado a cuenta
todos los millones,
libras esterlinas,
francos, patacones,
5000 torinos,
kartings y Mercedes,
pisos en Manhatan,
quintas en Olivos.
[...]
Y todo porqué...
Por la firma del opa.



El foco que utiliza la mirada del poeta se compone en este caso del balance moral que hacia fines del gobierno menemista da, lamentablemente, negativo. Y nuevamente, la ironía hace equilibrio entre una crítica mordaz que habita lo poético y un plano musical que se compone con el desparpajo humorístico de una chacarera ejecutada con charango.

De modo tal que en esta tensión de ambos planos -que podemos llamar dialéctica-, en donde Divididos construye su perfil humorístico-emotivo, está presente también la tensión entre la risa represiva de Bergson y la risa democrática de Lipovetsky. Aunque Divididos en su último disco, Vengo del placard de otro (2002), parece querer resolver dicha tensión al abocarse pura y exclusivamente a una poética de mirada crítica; signo, tal vez, de una toma de consciencia en sintonía con las oscilaciones políticas del país, pues, mal que les pese a algunos nostálgicos de la risa fácil, el fin de la “fiesta” menemista dio paso al mal humor y al sentimiento de tristeza ante una realidad, durante años, mal observada; lo cual, en cierto modo, explica por qué en la Argentina de hoy se habla más de tango que de rock. Quevachaché.



El presente trabajo fue expuesto por Darío Maroño en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas en septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo”.

Foto: Arnedo- Mollo

El humor en Divididos (segunda entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor


En el caso de Jamelosapoaí, canción del disco Acariciando lo áspero (1991), el humor se encauza por un lugar distinto al anterior: se abandona la temática soez en pos del juego simple de palabras con características absurdas. La misma dice:

Y si venís de afuera dejá el Paraguay.
Y si venís de afuera dejá el paragua ahí.
Hay que estar drogau pa’ dejá el Paraguay.


Como se observa en los versos que la componen, el juego de palabras radica en la alternancia del sustantivo propio “Paraguay” por la estructura homófona “paragua ahí”. La indudable incapacidad de reflexión emotiva por parte del oyente sobre este hecho humorístico es algo que no merece mayores explicaciones dada su evidencia.


Por otra parte, el mismo carácter “sutil” para el humor será utilizado en Tajo C, canción de La era de la boludez (1993) en donde el homenaje a los “tajos” argentinos -un modo particularmente “romántico” de llamar a las mujeres después de Spinetta en los ’70- permite a los músicos recrear cierta exaltación adolescente por aquellas mujeres que en sus años de gloria -con excepción de “La Gorda Matosas”, cuya edad dorada nos es desconocida- tuvieron la virtud de acaparar gran parte de la atención del público masculino. Algunos versos de este diálogo-canción así las recuerdan:

― Y bueno, así se escribe la poesía tajante.
― Tres de la mañana. Linda hora para un tajo.
[...]
Tajo tajo
Betty Peggy Mary y July
Tajo tajo
Ta’ Jorge?
― Tita Merello, Azucena Maizani, Olinda Bozán y
― Y la Gorda Matosas, hermano.


En esta canción volvemos a encontrarnos con el juego de palabras -similar a la canción anterior- en frases como “poesía ‘tajante’” o “Ta’ Jorge?”, pero con el agregado de que las voces que oímos parecen tener las cuerdas vocales congeladas, dándole a la canción un aire infantil, hecho justificado por la dedicatoria que dice: “Dedicado a los célebres tajos argentinos por tantas tardes de matineé”. Aunque por otro lado este “aire infantil”, hacia el final de la canción, deviene casi en vientos de lujuria:

― Y tenemos también a quién
― A la Coca
― ¡La Gorda Sarli!, ¡monumento a la teta!
― La Betty Pandolfo, Evarista Piana, Lola
Mora, Teresa Piernas
[...]
Bueno
Llevá de los verdes
llevá de los azules
llevá de los rosados
llevá de los de hule
― Y con el enano qué hacemos
― El enano dejalo, Mollo



La mención que se hace en los últimos versos acerca de “los verdes”, “los azules”, “los rosados”, y sobre todo, “los de hule” no parece tener otra connotación que los famosos “globitos” que todos conocemos como preservativos.

Ahora bien, dejando un poco de lado la idea de Bergson sobre la “anestesia momentánea del corazón” -idea que compete más, si se quiere, al oyente que al creador- nos abocamos a lo que expresa Gilles Lipovetsky en La era del vacío sobre el “humor posmoderno”:

[...] el humor contemporáneo se muestra insustancial y describe un universo radiante [...]
el humor en este caso no tiene nada que ver con la agudeza, como si lo que tuviera cierta profundidad pudiera desmontar el ambiente de proximidad y comunicación [...] el tono es sombrío, vagamente provocador, cae en lo vulgar, exhibe ostentosamente la emancipación del lenguaje, del sujeto, a menudo del sexo.


Es claro entonces que hasta el momento Divididos también encuadra dentro de esta categoría de "humor light". Aunque no deja de llamarnos la atención esta tendencia en el grupo cuando observamos que la última canción analizada se encuentra formando parte de un disco titulado nada menos que La era de la boludez -título que por cierto podría haber llevado la mencionada obra de Lipovetsky, y que tal vez por consejo de algún traductor moderado, o comerciante, no llevó-, y el cual critica, en varias de sus letras, ciertas tendencias primermundistas sucedidas en los últimos tiempos del país. Algo que permite sospechar, al menos, el triste contrapunto humorístico que tendrá lugar posteriormente en el disco Gol de mujer de 1998, donde la temática sórdida de una canción como Clavador de querubín -alusión sutil a las tendencias sexuales de algún pederasta de turno- se contrapone al humor liviano y pasajero de Letra gótica y de Niño hereje, ambas de perfil burlón sobre algunos personajes característicos de la sociedad. En el caso de la primera, la referencia más directa parece ser un linyera: “Se paraba de costado / como letra gótica. / Por arquero de la mugre / fue fragancia de tribuna. / Casa cuna en los cubiles, / no hospedado ni gusano ni nada”. En la segunda, un posible adolescente con toda su “rebeldía” a cuestas: “Niño hereje, niño hereje, / nunca salga sin su fucking medallón. / Estampita, caminata, olor a pata, fe fifi”.



El presente trabajo fue expuesto por Darío Maroño en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas en septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo” .

Foto: Isabel Sarli, "monumento a la teta" (sic)