lunes, 8 de septiembre de 2008

Amores que matan

"Andrés Calamaro: una poética confesional", de María José Mascia, publicado en Poéticas del rock, volumen 2 (Oscar Conde, compilador), analiza algunas letras del autor de "Sin documentos". En especial aquellas que consagra al amor.




Analizar la obra de Andrés Calamaro inevitablemente nos lleva a recordar aquella inmortal fórmula sesentista: "sexo, drogas y rock and roll ". Los tres elementos se combinaron originalmente para combatir con acciones placenteras la crueldad humana [...] Su irreverencia -actualmente menos exigida- se actualiza con cada generación adolescente, que la aprovecha para sus impulsos experimentales. Tanto el sexo y las drogas como el rock and roll requieren de la experiencia física, sensual, y son los sentidos -su percepción- las herramientas para transitarla. Los tres incitan al exceso, señuelos de una vorágine sensual. Juntos y caleidoscópicos se reflejan en la obra de Andrés Calamaro.



Para seguir leyendo el adelanto del trabajo de María José sobre el salmón, pueden entrar a ADN


Canciones para leer y estudiar

En Poéticas del Rock, un grupo de teóricos convocados por Oscar Conde analizó temas de los Redondos, Sumo, Divididos, Fito Páez, Calamaro, Cerati y Bersuit Vergarabat. El resultado es interesante y abre el debate.


Por Cristian Vitale

Tarea difícil ésta de encarar un análisis puntilloso, sistemático y holístico de la lírica del rock. Un género que, salvando excepciones, desnuda sensaciones, sentencias y visiones contradictorias que a menudo parten de una misma pluma, efecto –claro– de un mundo en constante movimiento. El mayor acierto de Poéticas del Rock (Olivieri Editor) fue precisamente reunir tópicos comunes en medio de cosmovisiones dispersas o solapadas; decodificar subjetividades muchas veces herméticas, y otorgarle una coherencia que, si se hurga fino, aparece. Oscar Conde, un ex profesor de la UBA que hoy da clase en el IES Nº1, Alicia Moreau de Justo, además de integrar la Academia Porteña del Lunfardo, decidió convocar a un puñado de alumnos y encargarles –se le llama compilador– el análisis de las letras de ciertas bandas. Bajo dos consignas clave (si la letra de rock debe o no ser considerada como un texto literario y qué puede tener el rock de “nacional”) pasó a papel los análisis a través de dos volúmenes: uno, dedicado al desmenuce de Moris, Manal, Tanguito, Arco Iris, Spinetta, León Gieco y Charly García, y el otro –de flamante edición– corriendo el almanaque hacia acá: Redondos, Sumo, Divididos, Fito Páez, Calamaro, Cerati y Bersuit Vergarabat. “La premisa fue analizar en bloque las letras de un solista o una banda de rock, algo que, por lo que sé, nunca se ha hecho en nuestro país”, escribe Conde en el prólogo, en un intento por distanciarse de otros libros como La historia detrás de cada canción (Maitena Aboitiz) o Buenos Aires y el rock, de Adriana Franco, Darío Calderón y Gabriela Franco.

La nota completa en PAGINA 12 con solo hacer clic.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Reseña del volumen 2 en "Ciberlunfa"

Esta es la reseña del volumen 2 de Poéticas del rock que escribió para el número 25 de Ciberlunfa (agosto de 2008) Daniel Antoniotti:

El libro Poéticas del rock –volumen 2- se presentó el pasado 1 de agosto en la Academia Porteña del Lunfardo. De este modo se completa la obra compilada por Oscar Conde, cuyo primer tomo apareció el año pasado. En aquella primera parte se analizó la producción letrística de autores roqueros de nuestro país surgidos desde mediados de los años 60 hasta bien avanzada la década siguiente. Ahora, en la segunda parte, se abordan las letras escritas por figuras que irrumpen a fines de los 70 y hasta el presente.

Comienza el libro con el estudio de Johanna Tonini sobre las letras de los Redonditos de Ricota, escritas por Carlos "Indio" Solari, en las que emerge como eje temático omnipresente la necesidad de resistir, ante la asfixiante realidad sociopolítica de esa segunda mitad de los setenta. Tal vez por eso, por la necesidad de eludir lo explícito ante los peligros en ciernes, se impusieron desde entonces en la lírica de Solari las metáforas herméticas y los sobreentendidos, como también, en el plano léxico, las onomatopeyas y los neologismos mezclados con vocablos del mundo marginal.

Constanza Molina es la responsable del estudio de las letras que Luca Prodan creó para el grupo Sumo, gestadas muchas veces al compás de "zapadas", de improvisaciones. En ellas, Prodan recrea su experiencia, su visión crítica de la realidad en textos mixturados de relatos, personajes, enigmas y sentencias, conformando una poética caracterizada por la inclusión de narraciones, por lo general en primera persona, y la presencia de diálogos. Una característica original la da la fusión de una escritura en dos idiomas, el inglés de Gran Bretaña, donde Prodan, nacido en Italia, vivió muchos años, y el español de la juventud porteña de los 80. Ese rasgo bilingüe de las letras de Sumo crea una especie de lenguaje vivo por sí mismo, que parece jugar entre la sonoridad y la multiplicidad de sentidos, evidenciando este juego en su particular forma de narrar hechos de la vida cotidiana.

Darío Maroño, por su parte, se ocupa de la letrística del grupo Divididos, signada desde su origen por el humor y la preocupación social, y explica cómo, a medida que evolucionaron en la década del 90, la segunda impronta se fue imponiendo sobre la primera. Fito Páez tal vez sea el roquero argentino con mayor éxito en esa alquímica fusión entre la lírica y la música, conforme lo aprecia Julia Louge. Para ella la música crea la atmósfera, el clima, para la contención perfecta de la letra del rosarino. De los variados registros de este autor, Louge le da preeminencia a la temática de la violencia en las grandes urbes y la búsqueda ontológica que surge derivada de ella.

Para María José Mascia, la poética expresada por Andrés Calamaro lleva inevitablemente a recordar la fórmula sesentista de "sexo, droga y rock and roll". Así, este emblemático cantautor compuso una larga lista de clásicos en los que se desnuda a sí mismo, convirtiéndose, muchas veces, en su propio tema.

Gustavo Cerati es estudiado por Karen Koch, quien descubre en sus letras una época controvertida que se explicita, más que en una voz de denuncia, en una manifestación estilística y temática muy propia de la posmodernidad. De este modo, en sus canciones desfilan una serie de atributos del hombre contemporáneo: vacío existencial, necesidad de consumo e individualismo hedonista.

Concluye la obra con el estudio que le dedica Matías González a la Bersuit, con una detallada introducción generalizante sobre la importantísima relación que se establece entre las letras, la música y la interpretación. Luego de lo cual, destaca entre las temáticas persistentes en el origen del grupo mencionado lo que denomina aullido teológico, al que suma la arenga genital y la blasfemia política. Hace notar González que la Bersuit se adecua al flujo de la opinión pública, lo que les permitió a sus integrantes colectivizarse sin traicionar del todo una fidelidad propia. Esas tendencias temáticas han sabido flexibilizarse a lo largo de la carrera de la banda que, además, desde lo estilístico, recurre muchas veces a ingeniosos juegos verbales.

En el prólogo de este segundo volumen, Oscar Conde, compilador y propulsor de la empresa, menciona con generosidad y modestia otros trabajos editados en los últimos años sobre el rock argentino. Y es cierto que Poéticas del rock, en sus dos tomos, se suma a esta inquietud que despierta el tema en investigadores y lectores; pero hay que destacar que ninguna de esas otras publicaciones ha contemplado el enciclopédico arco de autores ni alcanzado el profundo rigor que lograron Conde y sus colaboradores en esta monumental obra.

jueves, 28 de agosto de 2008

Latín, griego y rock and roll

Cultura. Oscar Conde (48)


Dedicado a las lenguas clásicas, es también un apasionado de la cultura popular. En “Poéticas de rock” reúne trabajos de jóvenes profesores de literatura que analizan las letras de Spinetta a Gieco.


Oscar Conde es una persona difícil de encasillar. Profesor universitario, los últimos 26 años los dedicó al área de las lenguas clásicas: enseña latín y griego. Sin embargo, sus inquietudes van mucho más allá del ámbito académico. O posiblemente sea más acertado decir que estudia con rigor académico fenómenos de los que, habitualmente, los académicos no se ocupan. En los últimos años incorporó al profesorado distintos seminarios: la poesía del tango, la poesía española del siglo XX –el seminario comenzaba con Antonio Machado y culminaba con Joaquín Sabina–, la poesía del rock nacional, lo que mezcló armónicamente con la tragedia griega y la poesía erótica latina. Además, es poeta y autor de “Diccionario etimológico del lunfardo”, cuya primera edición salió en la editorial Perfil en 1998, fruto del interés que desde hace más de 20 años tiene por las manifestaciones de la cultura popular. En el 2003 fue el compilador y autor de uno los artículos de “Discépolo, poéticas del tango”. En el 2007 compiló el primer volumen de “Poéticas del rock”, un libro del que hace pocos días apareció el segundo volumen. Se trata de un proyecto atípico por lo infrecuente, ya que son escasos los análisis de las letras de rock como producción literaria. De él participan jóvenes profesores de literatura que enfocan los temas con rigor académico. Conde habló con NOTICIAS del último libro que compiló y dirigió y de su pasión por áreas aparentemente tan heterogéneas como el griego antiguo, el tango y el rock.


La entrevista completa en Noticias

viernes, 8 de agosto de 2008

Presentación del volumen 2








El viernes 1 de agosto se presentó en la Academia Porteña del Lunfardo el segundo volumen de Poéticas del rock. Hablaron en la presentación Oscar Conde, compilador del libro, Darío Maroño, autor del artículo sobre Divididos, y Johanna Tonini, quien escribió acerca de la poesía de Los Redondos.


Se encontraban presentes algunos de los restantes autores del volumen: María José Mascia, que trabajó sobre la poética de Andrés Calamaro, Julia Louge, que lo hizo sobre la obra de Fito Páez, y Matías González, cuyo artículo analiza la producción de la Bersuit Vergarabat. Ausente con aviso estuvo Karen Koch, que se abocó en su análisis a las letras de Gustavo Cerati.


En los próximos días el volumen 2 de Poéticas del rock estará a la venta en las principales librerías de la Avenida Corrientes (Zival´s, Gandhi, Hernández, etc.) y en las cadenas Distal y Musimundo.

domingo, 27 de julio de 2008

jueves, 13 de marzo de 2008

León Gieco, peregrino del lenguaje del alma

Marías y Juanes
La escritora mexicana Elena Poniatowska llamó “Marías y Juanes” a los excluidos, a los desoídos y silenciados de su tierra. Gran parte de la obra de Gieco parece responder a nuevos “Marías y Juanes”: esto ocurre cuando la ideología del autor no se presenta en forma de denuncia –acusando una fecha o un hecho histórico precisos– sino a través de una realidad tan cotidiana como desconocida que merece ser revelada. Gieco mostrará paisajes, pueblos, costumbres y asimismo manifestará las injusticias que se vislumbran en esas postales: la desigualdad, la opresión, la marginación, el olvido.

Una lectura cronológica de toda la obra de Gieco pone de manifiesto que en el comienzo el campo resulta un escenario ineludible, casi excluyente. Esto se observa claramente en los primeros cinco discos –León Gieco (1973), La banda de caballos cansados (1974), El fantasma de Canterville (1976), 4° LP (1978) y Siete años (1980)– en donde la tierra, el poblado y sus vivencias están presentes en casi todas las canciones. Luego incorporará en sus versos otros territorios, incluso otros países, pueblos y naciones hermanas a los que rinde tributo a través de su poesía. Hay, por tanto, algo de bucólico en su producción inicial, pero conjuntamente hay denuncia.

La desigualdad, por ejemplo, será un tópico en muchos de los temas de Gieco. No obstante ello, frente a estas angustias siempre estará presente la alternativa de una libertad posible, la convicción de luchar por los propios valores y la propia ideología:

La tierra es tierra
y es de algunos, ¿por qué?
Igual que la vida.
El pan es pan
y es de algunos, ¿por qué?
Igual que una herida.
¿Quién se está robando
de la tierra el color
del sol de la tarde?
¿Quién se está pintando
las piedras de su mente
con el color de Dios? (Soles Grises y mares rojos)


Heridas de la historia esta
Con el mismo fervor y compromiso con el que da a conocer las historias de Marías y Juanes, así también Gieco toma la palabra para referirse a retazos de la historia, sucesos del pueblo argentino en particular y de los pueblos centro y sudamericanos en general. Tan concretos como los episodios señalados en las canciones del apartado anterior, estas porciones de la historia acusan fecha y horario, víctima y verdugo. Gieco nos pone de cara a las mezquindades y miserias de la sociedad, sin atenuantes. Lo dicho: le quita el velo a la “historia oficial”.

El contexto socio-político es aquí el excluyente: las movilizaciones populares acribilladas, las numerosos dictaduras militares que azotaron a este y a otros pueblos, los desaparecidos, los exiliados, las políticas económicas adoptadas en la década del 90, las migraciones a fuerza de hambre y desocupación, la impunidad, la identidad y la memoria como un elemento forzoso de esa identidad. A la libertad y a la igualdad proclamadas en los versos que hicieron justicia por Marías y Juanes aquí se suman, imperantes y desesperados, el clamor por la justicia, la necesidad de verdad, la urgencia del ejercicio de la memoria como un elemento intrínseco de la identidad y de la libertad, y junto a todo esto la solidaridad como un mandato impostergable.

Si se efectúa una lectura ordenada de la producción de Gieco, desde los comienzos de su carrera hasta la actualidad, es posible observar cómo las canciones presentan a su autor como un historiador de su tiempo, como un cronista atento a la realidad inmediata, pues ellas resultan correlativas de los acontecimientos que las inspiran. No obstante ello, Gieco volverá una y otra vez, a lo largo de su repertorio, a aquellos hechos que no hallaron eco en la justicia y cuyas atrocidades, acaso, no podrían ser ajusticiadas –y esto sólo en parte– sino a través de la memoria. El tono será, en este caso, cada vez más severo, más áspero, y, sin duda, más implacable.

La primera crónica abordada por el poeta es Hombres de hierro , del disco León Gieco (1973). Notablemente influida por Blowind in the wind, de Bob Dylan, hace referencia al “Mendozazo”, triste episodio de la historia argentina ocurrido el 4 de abril de 1972, en el que muchos ciudadanos fueron asesinados por expresar su descontento en las calles. Valiéndose de un vocabulario simple Gieco presentó su primer homenaje a los caídos en lucha y, en definitiva, su primera batalla contra el olvido:

Suelta, muchacho, tus pensamientos,
como anda suelto el viento.
Sos la esperanza y la voz que vendrá
a florecer en la nueva tierra.

Hombres de hierro, que no escuchan la voz.
Hombres de hierro, que no escuchan el grito.
Hombres de hierro, que no escuchan el dolor.
Gente que avanza se puede matar,
pero los pensamientos quedarán. (Hombres de hierro)

Los versos de Gieco son categóricos: la ideología, los pensamientos sobrevivirán a los muertos y su intención de mantener viva la memoria, una constante en su producción, no tiene intenciones revanchistas, sino que apunta a sostener una visión esperanzada de las cosas. Para Gieco, “nosotros ensayamos el olvido desde siempre. Nos educaron y nos educan para olvidar. La cosa es así y te la tenés que bancar, pero también hay que tratar de pelear siempre por creer en la esperanza.” (Gaggero, 1994a, p. 4).
Hablamos antes de un vocabulario simple. Esta sencillez es un rasgo vital en la poética de Gieco. Es ésa su forma de comunicarse. Como Blas de Otero, el poeta español, él también se dirige a “a la inmensa mayoría” y actúa en consecuencia.


Josefina Russi

lunes, 10 de marzo de 2008

En la radio

En la medianoche del jueves 13 de marzo, estaremos en la radio de las Madres de Plaza de Mayo, pasando algo de música y haciendo autobombo sobre Poéticas del Rock.

Johanna Tonini, Karen Koch y Belén Iannuzzi.
AM 530 La Voz de las Madres, a partir de las 24, con la conducción de Daniel Ballester.

viernes, 22 de febrero de 2008

Soda Stereo: La vidriera posmoderna



Al recorrer la obra de Gustavo Cerati descubrimos, más allá de los rasgos estilísticos de cada época y de las diferentes situaciones de creación a las que arriba como compositor, que hay una temática que se repite siempre. Sin negar otras preocupaciones sobre las que también compuso, vemos de manera destacada en su creación poética los temas del amor y la mujer. Respecto de esta fascinación de la que hacen eco sus versos, Cerati nos dice:

[...] yo veo a las mujeres como reinas, tienen un sentido más profundo y más simple de la vida, aunque generalizar es terrible. Necesito escucharlas mucho, dicen cosas mucho más importantes a pesar de todo el cotorreo.[...]Son más sencillas. Recupero gran parte de las cosas importantes de la vida a través de ellas. Tengo una fascinación muy grande. Todas mis canciones hablan de mujeres de una forma u otra.[...] Son un puerto en sí mismas, pero como todo puerto tiene salida al mar. Te relacionás con el mar, y con las profundidades y con la luna, no lo puedo disociar de eso. (El Planeta Urbano, junio de 2000, p. 48-49)

Esta temática persiste con fuerza en la obra de Cerati, de la misma manera que su poética persiste como hija de la música. Toda canción que fue escrita para ser escuchada y no leída está sujeta a una estructura musical, pero en el caso de las canciones de Cerati, no sólo persiste una indisolubilidad entre partes, sino que además vemos nacer la poesía de la misma música. Cerati lo resume con claridad:

[...]hago la música primero y la música tiene una cantidad más o menos dirigida de emociones. Después trato de traducir con las letras. Por eso es que no tengo mucha capacidad para escribir historias, sino para describir esa emoción y tratar de que no se me vaya. (El Planeta Urbano, junio de 2000, p. 4)

Podemos decir que la poética de Gustavo Cerati es descendiente directa de la música y ambas de la posmodernidad. En las letras se ven reflejados los valores esgrimidos de esta última y una tendencia estética propia de estos tiempos. El lenguaje literario posmoderno se esparce en aplicaciones alternativas como el montaje, la ruptura secuencial, la pérdida de la linealidad, la fragmentación de los contenidos, la simultaneidad de enfoques o el juego fónico como búsquedas de nuevas expresiones. En Cerati reconocemos estos recursos estilísticos propios de la época. También a ésta la vemos reflejada en los contenidos temáticos del autor que revelan el perfil cultural de esta sociedad en que se desarrollan procesos como el individualismo hedonista, la cultura de la posesión material, el consumo liviano de prácticas religiosas orientales –en las que se destaca la divinización del cosmos— la indiferencia y el vacío existencial. Estos procesos propios de la posmodernidad aparecen en los temas sobre los que compone Cerati pero también aparecen en los que no compone: no encontramos en este autor temas dedicados a lo social, a lo político o a lo ideológico. Esta omisión es tanto más representativa que los temas sobre los que sí ha escrito. Es por ello que podemos afirmar que la obra de Cerati está profundamente ligada a estos tiempos, de allí su indudable valor representativo. Cerati no ha escrito sobre la fugacidad de la vida, ni sobre la vejez. La infancia y la pobreza no son temas sobre los que trate. Tampoco los avatares políticos, sociales, culturales o artísticos. La amistad y la familia, la enfermedad y la muerte, entre otros posibles tópicos, no surgen –al menos con una notoria presencia— de su obra y esto está en franca relación con estos procesos de los que hablábamos, los que se dan con fuerza en las sociedades de Occidente principalmente a partir de la década del ochenta.

A estos predominios temáticos se les encuentra una razón de tipo cultural que muy bien ha definido Gilles Lipovetsky, quien ha sostenido en La era del vacío que la originalidad de lo posmoderno radica en que lo individual predomina sobre lo universal, lo psicológico sobre lo ideológico, la comunicación sobre la politización, la diversidad sobre la homogeneidad y lo permisivo sobre lo coercitivo. Existe en la poética de Gustavo Cerati una marcada delimitación temática. El amor, la mujer y el sexo son sus principales obsesiones. A través de estos tres principales temas se traslucen otros, que siempre son un eco del pensamiento y el sentir del hombre posmoderno.

Karen Koch

lunes, 18 de febrero de 2008

Bersuit


Fábula de la recta y la parábola

La Bersuit llega a los oídos del gran público –"señoras pilates", DJs y toda esa gente que elige personal y minuciosamente los tomates pero confía a los medios la administración de su arte- con Se viene y Sr. Cobranza. El primero fue augurio y luego música de fondo para los saqueos de diciembre de 2001:


Se viene el estallido,
se viene el estallido
de mi guitarra ,
de tu gobierno, también. (Se viene)



El segundo, algo así como La marcha de la bronca adaptada para menematos y otro tipo de delitos. Recordemos: “Son todos narcos, son todo narcos”. Bien. Me interesaría elevar este ejemplo hacia la cúspide de un proceso poético que se desencadena –por poner una fecha grata al oído– hacia 1983...

En los tortuosos tiempos de reorganización nacional, cierta musa verde oliva auspició la metáfora como curva antipolicial. Con la llegada de la democracia, en franco respingo de panqueque, el rock presentará una poética de facto, de comunicación percutiva
. La palabra debe arrojarse, ahora importa menos el filo de sus contornos que su peso en bruto. Unos pocos se lanzan contra las articulaciones hipócritas, o le taclean el pie de apoyo a la salutaciones de embajada (Manos de Fillipi). La mayoría, en cambio, se complace en atacar los centros púdicos, en la demagogia adolescente, en el fácil aplauso que auspicia el porro.

Como dos amantes que recorren cierta gradación obscena para mantener el estímulo, la poética del rock apeló a un mayor voltaje, y así las metáforas narcóticas de antaño terminaron por desembocar en el desempolvado estribillo “Cocaína, cocaína, yo me voy para Bolivia” (La Renga). En este mismo sentido, la Bersuit invita a aquellos “hombres de hierro que no escuchan el dolor” a retirarse: “Váyanse todos a la concha de su madre”. Este proceso de cansancio, de desaliento imaginativo, fue encarnado por Bersuit tempranamente. Ya en el ’89, uno de sus temas colabora con nuestra tesis: Como nada puedo hacer, puteo.

Esta poética, que dimos en llamar de facto, se desarrolla por inversión con la llegada de un gobierno retórico, de un gobierno del que podríamos decir –si se nos permite tal rebaja en el precio del adjetivo– que es poético: manipula imágenes para sus e-lectores, elige le mot juste que encabezará el afiche, etc. Por sano afán de simetrías, la democracia, un dominio siempre atento a la adjetivación que encubre, a la paráfrasis que enreda y a las digresiones que huyen, motiva la ofensa desnuda:

Hijos de puta en el congreso,
hijos de puta en la Rosada
y en todos los ministerios. (Sr. Cobranza)


Dicen que la recta es el camino más corto; ok, pero la parábola es la estrategia del buen arquero: su flecha conoce de física; considera la gravedad, sabe que el aire logra cansar el movimiento eterno. Comprender la atmósfera espesa que separa al pan de lo que llamamos pan y al vino de lo que llamamos vino es condición ineludible para dar en el blanco.

En el mal sexo y en la peor poesía, la escalera de la obscenidad es finita (¡Dios salve la curva del erotismo!), su punto culminante es la crueldad, el asesinato (el snuff: que es una autopsia adelantada). Más o menos temprano, la videocámara porno desemboca en rectoscopía, y eso es medicina: el cuerpo como pre-cadáver. Sabemos que a la larga, a la gente, es más divertido cogerla viva (un surrealista dixit).

Como postrero ejemplo del proceso que señalamos, y a modo de alarma ante su peligro de esterilidad, ante la desidia gritona de los simplones, es elocuente el contraste entre la discreta, pero al fin útil, insinuación masturbatoria de Federico Moura (“Tu imaginación / me programa en vivo”)
y la desplomada, dolida confesión del grupo Las Pelotas (“Si cierro los ojos y pienso / cuántas veces te quise tener / y ahora que no se me para / empiezo otra vez).

El proceso no fue inmediato. Retirado el enemigo, el rock se toma un relax pop en las aguas efervescentes de Soda Stéreo, se divierte en un motín de kiosco con Los Twist, se afemina con Virus.

Matías González

sábado, 16 de febrero de 2008

El rock de La Cueva, un modo de composición oral


En 1970 se editaron Treinta minutos de vida (grabado por Moris el año anterior) y Rock de la mujer perdida, el último LP de Los Gatos con Litto Nebbia. A fines del mismo año, Manal grabó El León para separarse poco después. A comienzos de 1971, cada uno de los integrantes de Almendra tomó su propio camino – proceso que puede seguirse si se estudia la evolución de los grupos Pescado Rabioso, Aquelarre y Color Humano–. Y a pesar de que el único disco de Tanguito salió en 1973 (es decir, post mortem) había sido grabado en el ya lejano 1969. Estos datos nos indican que 1970 es una buena fecha para establecer el fin de la primera época del rock nacional, que había empezado, con todas las discusiones del caso, en 1966 con el efímero grupo Los Beatniks, liderado por Moris.

La intención no es analizar en forma separa y exhaustiva la letrística de Tanguito y la evolución de las obras de Moris y los integrantes de Manal, sino hacer un corte y describir los elementos en común que el corpus poeticum de estos creadores tenía en aquellos años legendarios de La Cueva de Pasotus y hasta poco después de 1970.

Antes de buscar cuáles fueron los principales tópicos que abordaron los autores que estudiaremos, una primera aproximación debe tener en cuenta el modo de producción de los temas, ya que el mismo produjo consecuencias estilísticas y temáticas. […]

Estas canciones no estaban pensadas para la grabación inmediata, sino para ser interpretadas en cualquier momento. Por eso adquieren rasgos que las asemejan a otras composiciones pensadas para un entorno oral. Y a pesar de que es obvio que no podemos comparar la sociedad de la década del ’60 con otras en las cuales se dio el fenómeno de la oralidad – los tiempos de la cultura homérica o la Edad Media -, en algún sentido este grupo de creadores se manejaba con respecto a la composición de sus temas con algunos de aquellos mismos parámetros.

Diego Diez Olea

martes, 12 de febrero de 2008

Veinte años sin Prodan


Prodan era una tromba, un tsunami, un torbellino vital que arrastraba consigo a todos los que lo rodeaban ... afirma en esta nota Oscar Conde


El 22 de diciembre de 1987, hace exactamente veinte años, moría Luca Prodan y junto con él se acababa una de las bandas más originales y creativas de toda la historia del rock nacional: Sumo. La impronta que Prodan dejó, la vigencia de su mensaje y de su figura emblemática de rocker auténtico ha ido mucho más allá de aquellas legendarias pintadas de fines de los ’80 que proclamaban, en un inglés algo chapuceado, "Luca not dead".

Prodan era una tromba, un tsunami, un torbellino vital que arrastraba consigo a todos los que lo rodeaban. Los restantes músicos de Sumo eran tipos de un extremo talento, tal como quedó demostrado después con las respectivas carreras de Divididos y de Las Pelotas –dos grupos con plena vigencia y un sólido desarrollo artístico– e incluso con la carrera de Roberto Pettinato, quien relegó la música a un segundo plano pero se convirtió en el conductor radial y televisivo más importante de la última década. Todos integraban Sumo, pero Sumo era Prodan. Y la prueba de ello es que sin él no siguieron.

A menudo se ha ponderado la figura de Luca en el escenario al frente de la banda, su magnetismo y su audacia como cantante, su autenticidad y su verdadero desprecio por las mieles de la fama y la escalera al cielo del star system a la que intentan trepar –con los dientes, si es necesario– la mayoría de los rockeros argentinos. Se ha valorado incluso lo que de raro y provocativo tenía cantar en inglés en aquellos tiempos post Malvinas. Sin embargo, no se ha dicho todavía lo suficiente sobre la poética de Prodan, autor de la totalidad de las letras del grupo, labor que en contadas ocasiones compartió con Pettinato.

Se sabe bien –porque él mismo lo ha dicho– que con frecuencia los temas de Sumo eran el resultado de largas zapadas con letras que iban siendo improvisadas por el italiano. El resultado de semejante modo de creación podría, en consecuencia, no ser de alto vuelo. Sin embargo, generalmente lo es. No estoy diciendo que las letras de Prodan sean técnicamente irreprochables, sino que muchas de sus características responden a una búsqueda estética conciente, que en ocasiones incluso juega con intertextualidades insospechadas.

La fragmentación del lenguaje y de las imágenes se combinan con otros recursos, como la polifonía (en Cinco magníficos y Hola Frank, por ejemplo), el uso de términos expresivos –marcas (Nesquik, Wellapon), apellidos (Burruchaga), nombres de países o localidades (Uruguay, Chivilcoy), sustantivos comunes (cucurucho)– o las alusiones más o menos veladas tanto a algunos poetas cultos como rockeros.

La mixtura es la clave compositiva en la que se integran voces, retratos y narraciones de Babilonia –así llama en varios textos a la megalópolis que suele servirle como marco– sobre la base de una suerte de fusión caprichosa entre los dos idiomas adoptados por el italiano: el inglés y el español rioplatense. Este bilingüismo de Prodan, que por momentos puede llegar a desorientar, ha sido fundamental desde el punto de vista poético.

No voy a ahondar en el análisis de temas tantas veces aludidos como La rubia tarada o Mañana en el Abasto, que sin duda alguna poseen dentro de la letrística de Sumo un lugar destacado. Lo que pretendo es relevar algunos juegos intertextuales normalmente pasados por alto.

Por ejemplo, Lo quiero ya comienza con un verso ("Hasta que choque China con África") que parafrasea un poema de Auden denominado As I walked out one evening (Mientras paseaba una tarde), que dice: I’ll love you, dear, I’ll love you / till China and Afica meet, / and the river jumps over the mountain / and the salmon sing in the street ("Yo siempre te voy a querer, / hasta que China y África se junten, / y el río salte encima de la montaña / y el salmón cante en la calle"). Por su parte, en Fuck you Prodan menciona explícitamente el álbum Blonde on blonde de Dylan: The grey turned into gold / just when the day was getting old. / «Blonde on Blonde» Dylan knew / just I was going through. / Shine that light on me ("Lo gris se convirtió en oro / justo cuando el día envejecía. / En Blonde on blonde Dylan sabía / justo lo que yo estaba pasando. / Hacé brillar esta luz sobre mí"). Puntualmente hay una alusión al tema Pledging my time, que tiene con Fuck you más de una temática en común.

Estallando desde el océano es un caso particular, porque posee dos alusiones, y bien distintas entre sí. En un pasaje canta Prodan Over the hills, over the prairies, / down in the pampa, up in the tundra, / and in Paris in spring. And in old Pekin / and in Katmandu. And in Xanadu / I’m bursting out of the ocean ("Más allá de las colinas, más allá de las praderas, / abajo en la pampa, arriba en la tundra, / y en París en primavera. Y en la vieja Pekín / y en Katmandú. Y en Xanadú / estoy estallando desde el océano."). En estos versos se está recreando el poema "Kubla Khan" (1797) –producto de un sueño alucinatorio experimentado por Coleridge después de haber consumido opio–, en el cual aparece la descripción de un sitio maravilloso debajo del océano, ubicado en lo que el poeta inglés llama el "Xanadú oriental", donde Kubla Khan ordena construir un palacio.

Más adelante canta Prodan en la misma canción: Gimme this and gimme that. / I’ve got no need for your satin and tat. / Gimme this, gimme that. / I’ve got no need for your bipperty, / bipperty, bipperty hat ("Dame esto y dame aquello. / No necesito tu satén ni tu encaje. / Dame esto, dame aquello. / No necesito tu sombrero inquieto, / inquieto, inquieto"). Estos versos remiten directamente a los del tema de David Bowie Queen Bitch, incluido en su álbum Hunky Dory (1971): She’s so swishy in her satin and tat, / in her frock coat and bipperty-bopperty hat. / Oh God, I could do better than that ("Ella es tan atorrantita con su satén y su encaje, / con su levita y su sombrero inquieto. / Oh, Dios, yo podría hacer algo mejor que eso"). Prodan retoma en su experimento intertextual tanto la construcción satin and tat como la palabra bipperty, ambas de muy difícil traducción al español. (Y aclaro esto porque habitualmente tat no se usa en inglés más que como verbo: ‘hacer o tejer encajes’ y el sustantivo ‘encaje’ se dice tatting. Quizá la necesidad de la rima con hat haya sido decisiva para su inclusión. En cuanto al juego de palabras bipperty-bopperty es, sin duda, una creación de Bowie, sobre modelos como el de clippety-cloppety, que describe el sonido de los cascos de un caballo.)

Alta cultura del rock local

En una sugestiva antología compilada por Oscar Conde, un grupo de jóvenes profesores de letras instala a la producción lírica del rock argentino como objeto de estudio ineludible.

Cuando el rock dio sus primeros pasos, las letras tendían a ser una especie de mantra banal que sólo tenía un fin melódico. Pero en algún momento, los astros, el contexto y ciertas genialidades individuales se alinearon para que las palabras pasaran a ser ese otro cincuenta por ciento del espíritu de la obra. Es a partir de ese cimbronazo que mucho se han abocado a la tarea de explorar los posibles significados de esas palabras que conviven con la música, que en muchos casos delatan, transforman o predicen los rasgos de una época. Poéticas del rock es una antología que se propone analizar exhaustivamente la producción lírica del rock argentino.

A lo largo de más de 500 páginas, el primer volumen de esta obra pone foco tanto en las letras en cuanto exponentes de ciertas corrientes estéticas como en su calidad de reflejo de la poética propia de los diferentes autores: así como La Cueva y los primeros años del rock nacional son vistos como una unidad temática, Charly García y León Gieco son analizados individualmente, en un recorrido que abarca desde su producción inicial hasta su labor contemporánea. Por otro lado, el arco que trazan los trabajos compilados [incluidos en este volumen y en el inminente volumen 2] (que cuentan con un análisis introductorio de la evolución del rock a nivel global) aborda desde la fundación del rock local de la mano de Los Gatos, pasando por la aparición de Sumo y Fito Páez en los 80, hasta la actualidad, representada aquí por la banda Bersuit Vergarabat.

Compilador e inspirador del volumen, Oscar Conde –profesor de griego de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, docente de lengua y literatura clásica en el IES Nº 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo”– viene trabajando las diferentes formas que asume el lenguaje popular en investigaciones como Poéticas del tango y el notable Diccionario etimológico del lunfardo. Como formador de profesores, ha desarrollado, además, numerosos programas de actualización –jornadas sobre géneros literarios como el policial y el terror– para docentes y estudiantes del profesorado. De hecho, el resto de los autores de Poéticas del rock son jóvenes profesores de letras, generalmente alumnos o ex alumnos de Conde en el profesorado Alicia Moreau de Justo.

El desafío de todo libro sobre la poética del rock autóctono es cómo tratar con originalidad algunos elementos ineludibles: la obra de Luis Alberto Spinetta, de Charly García, de Carlos “El Indio” Solari. A veces, los lugares comunes suelen estar tan arraigados que ni las mejores intenciones sobreviven a ellos. Poéticas del rock trabaja equilibradamente los recursos interpretativos: algunos artículos explotan el análisis académico –por ejemplo, con citas de los formalistas rusos para explicar la deriva de Manal–, y otros se sumergen en el rico anecdotario del rock nacional.

Esta variedad hace del libro una herramienta de análisis a la vez sustanciosa y ligera, donde abundan las contextualizaciones precisas de cada uno de los fenómenos expresivos estudiados, las explicaciones en la voz de los propios artistas e, incluso, detalladas crónicas sobre datos útiles que provienen del folclore rockero.

Un ejercicio recurrente a lo largo del libro es elaborar una apreciación de cada creador a través de un concepto vertebral. Uno de los casos más logrados es el del trabajo de Belén Iannuzzi sobre Spinetta. Allí la autora propone un recorrido a través de su producción usando como hilo conductor las diferentes formas en que Spinetta se refiere a la luz. Otro caso paradigmático es el de Charly, analizado por Conde, quien estudia cómo la soledad funciona como leit motiv, ya en el virtuosismo de Serú Girán, en la lucidez del García de los 80 y, finalmente, en los extravíos del rock star imprevisible e incontenible de Say No More. Escribe Conde: “Si hubiera que buscar un tema dentro de la obra de García, ese sería inevitablemente la soledad. […] Detrás de la búsqueda obsesiva del amor, la soledad se agazapa como una fiera acechando una y otra vez, cuando no presentándose e inundándolo todo”.

Poéticas del rock no es un trabajo pensado para atraer a los iniciados que van en busca de la figurita difícil del rock nacional. Será, seguramente, un instrumento valioso para profesores en busca de modelos de análisis de los géneros populares (realizado por quienes lidian o han de lidiar con la enseñanza de la literatura y el análisis literario a adolescentes, el libro instala justamente al rock y a sus protagonistas como objetos de estudio ineludibles). También será una brújula útil para quienes quieran comprender y disfrutar más de esa confusión de canciones que guarda la memoria.


Paulo de Santis

EN CLARIN CONTENIDOS

Redondos, liturgia de la resistencia


El futuro ya llegó

“El futuro llegó hace rato”. De este modo se inaugura la canción Todo un palo (Un baión para el ojo idiota, 1987), que aborda una de las temáticas más recurrentes del grupo, una recreación del tópico medieval del tempus fugit, pero trasladado a nuestros días. El acento está puesto en la fugacidad de la vida y el vértigo con el cual se vive y se dispersa el presente. El objetivo es mostrar que en la actualidad, y desde hace mucho, hay un intento por ir a mayor velocidad que el tiempo, por dejar de lado un pasado que a cada minuto se vuelve descartable y sin sentido. Así, la vida no se vive, se gasta, como se sugiere en Roto y mal parado: “Quemás tu vida en este día / en esta tibia, tibia fila”. Desde este paradigma vital no se aprecian en modo alguno las vivencias sino que, por el contrario, todo lo que experimentamos se vuelve inmediatamente parte del pasado, ese lugar al que no se quiere volver, según se afirma en un tema de Último bondi a Finisterre (1998):

Hoy todos somos gente del pasado
y la alucineta es que nadie
quiere volver a ser como antes, ¡no! (Scaramanzia)

Todo lo que nos rodea atenta abiertamente contra nuestra integridad psíquica. Una muestra de ello son los siguientes versos de Ya nadie va a escuchar tu remera (Oktubre, 1986):

Esto es efímero, ahora efímero.
¡Cómo corre el tiempo!
[...]
Un último secuestro, ¡no!
El de tu estado de ánimo, ¡no!
Tu aliento vas a proteger
en este día y cada día. (Ya nadie va a escuchar tu remera)


Aquí aparece, además, otro concepto interesante y repetido en la obra de Solari: el estado de ánimo, ese lugar de nuestra psiquis al que debemos proteger frente a todo y que no debemos dejar que se profane. La idea es, entonces, resguardarse del vértigo y no permitir una influencia externa que llegue al punto de “secuestrar”, o modificar un estado emocional.

En Momo Sampler, último disco de los Redondos, editado en 2000, el elemento futurista está muy presente ya en el nombre mismo. Como en otros casos, Solari toma voces inglesas y las distorsiona para resignificarlas. El término sampler hace referencia, como explica Bárbara Belloc, al “aparato electrónico utilizado en el procesamiento digital del sonido”, técnica muy desarrollada por estos días. En el nombre del disco se lo ubica junto a Momo, nombre del rey de los carnavales. De este manera se arma un sintagma donde no está claro cuál de las dos palabras es el sustantivo y cuál el adjetivo, o si ambos funcionan como sustantivos. Lo llamativo es la mezcla de lo carnavalesco con lo electrónico.

Otro ejemplo de esta asimilación de voces y expresiones relacionadas con la tecnología es el nombre de una canción del mismo disco: Morta punto com, en la que se habla de un hombre a cuyo apodo se le coloca la extensión ‘punto com’, como si se estuviera hablando de un sitio de Internet. Evidencias más claras aun encontramos en el tema Nuotatori professionisti (Luzbelito, 1996), en el que con gran ironía se describen las actitudes de los personajes “modernos”:

¡Viven temiendo despertar de sus sueños!
Van de vampiros de arrabal.
¡Adidas digitales!
Pepsi inyectable y... ¡dame más, dame más!
¡Qué milagroso día el de hoy! (Nuotatori professionisti)


Frente a la firme pretensión del sistema de instalar lo tecnológico en todos los aspectos de nuestra vida y la consecuente valorización del hoy (el carpe diem) como instancia fundamental, tanto el pasado como el futuro se vuelven intrascendentes. Esta constante referencia a la irrupción de una "revolución tecnológica" en la producción de los Redondos por supuesto se percibe en los sonidos, pero esencialmente se expresa en las letras. Por cierto, se aprovechan las nuevas tecnologías para la creación musical, pero teniendo conciencia de lo perjudicial que pueden ser en otros planos si no se las aprovecha en su costado favorable. Es justamente a esto a lo que se refiere Skay Beilinson con las siguientes palabras:

Hoy en día irrumpió una tecnología que hace un tiempo atrás no existía, eso tiene sus ventajas y sus desventajas [...] La desventaja generalmente es tener sonidos más standard, donde todo tiende a parecerse. Quizás falte un poco de creatividad, pero yo creo que llegará y que poco a poco aparecerán nuevas tendencias y nuevos lugares donde la música volverá a ser brillante. (Sagramoso, 2004, p. 146)

Más allá de la esperanza que esboza el músico, el futuro pareciera presentarse como incompatible con la generación de nuevas ideas y creaciones artísticas. Esto es, de hecho, lo que se postula desde diferentes canciones: la decadencia de ciertos valores y el surgimiento paralelo de los nuevos ideales que se proponen alcanzar las sociedades de los tiempos posmodernos. Es bien explícita en este sentido la letra de Shoping-Disco-Zen (Lobo suelto, cordero atado, 1993):

Tengo buenas y malas noticias para vos:
“La belleza es lo que te da felicidad”.
Si todo gira en el Shoping-Disco-Zen,
tu belleza es de Shoping-Disco-Zen. (Shoping-Disco-Zen)


Aun cuando hay evidencias de una proliferación tecnológica y supuestamente un fácil acceso a ella, eso no es suficiente para generar nuevas ideas; “no hay más bohemia, todo es chusmear” dictamina Solari en Lavi Rap, idea que refuerza Poly Castro:

Ahora es como un tiempo así de impasse porque falta pasión, un poco de fuego, un poco de ideas nuevas. […] Las bandas nuevas, justamente al carecer de algo que tenga que ver con lo ideológico, quedan como pasando. Hay músicos impresionantes y grupos buenísimos, pero falta algo, falta una movida que tenga un sentido, algún mensaje. (Sagramoso, 2004, p. 151)

El avance que se produjo a nivel tecnológico no se ha acompañado dignamente en el plano del pensamiento, y ante esta tecnocracia sin ideas hace falta resistir.

Johanna Laura Tonini

sábado, 9 de febrero de 2008

Ensayo
Compilado por el poeta y crítico Oscar Conde, Poéticas del rock es una guía esclarecedora que reivindica la poesía de sus letras y funciona además como una historia del género.

La bibliografía sobre el rock argentino puede dividirse en tres grandes grupos: los libros que analizan el movimiento como un gesto cultural (con una mirada, en general, sociológica), cuya punta del iceberg es la música; los que se encargan de desmenuzar la obra de grandes grupos y solistas, y los que, simplemente, apuntan a los fan s y se concentran en una suerte de cronología del éxito más que en un análisis de la obra. De todas maneras, la literatura sobre rock local no es abundante.

El primer volumen de Poéticas del rock inicia un nuevo camino dentro de la literatura rockera: la mirada académica. Y resulta una circunstancia para celebrar por más de una razón. En primer lugar, porque se le da al rock , y a los músicos de este género, un estatus que siempre se le discutió por considerarlo extranjerizante, ruidoso y porque "no se entiende lo que cantan". Otra razón es que el libro aporta una mirada profunda y esclarecedora, que sirve de guía para entender esta expresión a quienes nunca repararon en el género.

El trabajo realizado por Oscar Conde como compilador -autor, además, de Poéticas del tango (2003) y del Diccionario etimológico del lunfardo (2004)- reúne en este primer volumen textos dedicados a las figuras fundacionales -y fundamentales- de nuestro rock , en los que diversos autores analizan la poética y el universo discursivo de Moris, Manal, Tanguito, Litto Nebbia, Pipo Lernoud y sus contemporáneos de La Cueva, Arco Iris, Luis Alberto Spinetta, Charly García y León Gieco. El carácter inaugural de Poéticas... radica, justamente, en el foco del análisis, ya que no son muchos los antecedentes -aunque los hay- de investigaciones que se hayan ocupado del rock como materia de investigación.

Dice el compilador: "Si se estudia en particular la obra de cualquiera de ellos, se podrá determinar cuáles son los rasgos temáticos, compositivos y estilísticos que caracterizan a su autor. A la suma de estos rasgos la llamamos poética. En este sentido, una poética es un modo propio de ver la realidad y, al mismo tiempo, un estilo, un lenguaje, una manera de contar las cosas. Es lo que le da sustento a una obra ".

Lo interesante no radica sólo en el rigor académico con el que se analiza el desarrollo de algunas carreras muy extensas, sino en los diversos puntos de vista que surgen en esa búsqueda y que sin duda artistas como Spinetta o García evidencian en sus distintas etapas, unidas bajo la impronta de una exploración estética que enriquece nuestra música popular. Aparece, por ejemplo, Arco Iris, una banda imprescindible de los primeros años de esta historia, pero que siempre queda marginada cuando la mirada se detiene solo en aquellos grupos cuya popularidad persistió hasta nuestros días.

Pero existe un punto más sobre el cual el lector deberá demorarse y que resulta crucial no solo para abarcar el libro, sino porque va a despertar alguna polémica: las letras son tratadas como poesía. Sin distinción. Y son encaradas como tales. Poemas sin rima que con la música conforman una expresión artística. (Vale agregar que Pipo Lernoud insiste desde hace años en que las canciones deben ser tratadas como poemas.) A partir de esta propuesta, que es a su vez una declaración de principios, Conde estructura desde el prólogo el devenir de los análisis que vendrán.

A esto hay que agregar que la diversidad de autores genera una variedad de formas de análisis y distintas maneras de abordar el estudio de la obra de cada artista. A su vez, con esas historias individuales toma forma una historia del rock argentino a partir de sus principales artistas.

Los autores (en general muy jóvenes) realizan aportes profundos y guardan cierta distancia con los "próceres" locales, lo que les permite obtener perspectivas como la de Belén Iannuzzi sobre Spinetta en su extenso ensayo: "Spinetta, el rapsoda del inconsciente, celebra en mantras la ronda de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, como principales constitutivos de la vida, como espectros de la idea de Dios, como expresión de la espiritualidad del hombre, aquélla que es capaz de derribar la maldad".

Poéticas del rock inaugura un camino que, seguramente, llevará a muchos otros lugares enriquecedores.

Daniel Amiano
LANACION.com ADN Cultura Sábado 9 de febrero de 2008

lunes, 4 de febrero de 2008

"No puedo hacer música pensando en el negocio"

Litto Nebbia es uno de los fundadores del rock nacional, admirado y querido por músicos de la vieja trova y de la nueva. El autor de La Balsa habló sobre el futuro del disco y las discográficas, su Rosario natal y de la música como sentido de la vida.


¿Cómo fue abrir las puertas del rock nacional?, ¿cómo creés que lo recordarán las generaciones venideras?
Lo recuerdo como todas las cosas en las que me embarco, con mucha pasión y gran poder de vocación.

No tengo la menor idea de cómo se recordará. Sería muy positivo que la propuesta idealista de abordar una rama del arte sin temor a los riesgos sea tomada… porque hoy en día se están desvirtuando las cosas… todo el mundo quiere ser famoso, pero nadie quiere hacer el mínimo esfuerzo. Muchos creen que la cosa pasa por el “padrino” que tengas, o bien, el concurso que ganes. Nada más alejado del real concepto de arte que todo eso.

Fuiste explorando y manifestándote en otros géneros, además del rock: folklore, jazz, tango… ¿te considerás un vanguardista?
Uno no hace las cosas pensando en qué lugar va a ocupar. Uno las hace por puro placer del alma y por una noble convicción afectiva.

Hay canciones mias que perduran 20 o 30 años después, y hay otras que se “descubren” 15 años más tarde…no sé…nadie sabe el porqué…

¿Qué es la música, el arte, para vos?
El arte es el sentido de la vida. Es mi manera de transmitir lo que siento cuando estoy feliz o triste. Cuando me pasan las cosas que a todos en algún momento de la vida les pasan.

La música esencialmente es mi herramienta, pero estoy todo el día con el cine, la literatura, la poesia….la poética del arte. Nunca hice otra cosa en mi vida. Es un privilegio del destino y lo vivo con mucha humildad.

Con tu sello, Melopea, también seguís “abriendo puertas”, editando música que no resulta comercial para las otras grandes discográficas, ¿en qué radica esa decisión?
Nuestro sello es una especie de Casa de Arte, así me gusta llamarla. Allí produzco todo lo que me gusta y también mis albumes personales. En otro lugar no podría hacerlo. No puedo hacer la música pensando que prima antes el resultado del negocio que la calidad de la misma.

Muchos ya hablan de que en un futuro no muy lejano compraremos canciones sueltas y no discos, ¿es el fin del disco tal como lo conocemos?
Quizá es el fin de un gran negocio como lo conocemos en el mundo entero. Creo que en muchos lugares del planeta la industria del disco se equivocó. Olvidó que los músicos hacen la música y debieran tratarlos decentemente.

Las bajadas de internet o la piratería casi siempre están relacionadas con discos que son un éxito millonario. Sólo sucede que las compañias millonarias no ganan lo mismo que ganaban antes. Pero el disco, el producto o lo que sea que venga no va a desaparecer, sencillamente porque la música y el corazón de la gente no van a desaparecer. Quizá desaparezca esta forma de “bussiness”, pero bueno…se han encargado de arruinarlo todo y lo están logrando…

Hay una frase de Charly García que dice: “Hay que alambrar la General Paz para que no entre ningún rosarino más”; ¿Rosario es una cuna de artistas?
Siempre fue lugar de mucho músico. Yo tocaba con mis viejos a los 10 años, íbamos de aquí para allá, y a las 4 de la mañana el Centro de la ciudad parecía de día por la cantidad de bohemia que pululaba. Si te faltaba algún rosarino que no conocieras y sea músico…el Gato Barbieri, saxo de oro, el extraordinario violín irremplazable de Antonio Agri y así.

¿Qué estás escuchando ahora?
Me gusta el trío Aca Seca, también Pez, la Trova Rosarina de Fandermole, Abonizio & Goldín, tambien está un joven Diego Zaldivar muy talentoso, Gonzalo Aloras (otro rosarino), Rodrigo Aberatesgui viene bien.

En INFOBAE.COM por Belén Iannuzzi

domingo, 3 de febrero de 2008

Prólogo

El 8 de septiembre último, ADN dedicó su nota de tapa a la poesía en el rock. Allí se habló del trabajo de Oscar Conde, Poéticas del rock (vol. 1 y 2) , del cual reproducimos aquí, en exclusiva, el prólogo.

"Una canción no es sólo una voluntad creadora y una voluntad programadora. Una canción es una voluntad receptora que cada vez que la canta, cada vez que la utiliza, lo hace como instrumento expresivo de la propia sentimentalidad".
Manuel Vázquez Montalbán


La nota completa en ADN CULTURA

El humor en Divididos (tercera entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor


Lo que hasta este momento parece ser la etapa más posmoderna en el humor de Divididos sufre un vuelco dos años más tarde con la publicación de Narigón del siglo (2000). A partir de entonces, la ironía mordaz suplanta la liviandad de un humor que adquiere la cualidad de “democrático”. Así, el carácter coercitivo de la risa en el ámbito social parece adquirir cierta relevancia en el perfil humorístico del último disco mencionado. Precisamente, sobre este aspecto práctico de la risa dice Henry Bergson lo siguiente:

La risa es, ante todo, una corrección. Hecha para humillar, ha de producir una impresión penosa en la persona sobre quien actúa. La sociedad se venga por su medio de las libertades que con ella se han tomado. No llenaría sus fines la risa si llevase el sello de la simpatía y de la bondad.

Atrás parece haber quedado la felicidad ingenua de canciones humorísticas donde lo absurdo, lo soez, la irreflexión ante un juego de palabras sin ningún sentido más que el del juego mismo evitan pensar siquiera de un modo casual en el objeto humorizado. De hecho, la presencia de La gente se divierte y La firma del opa -ambas, canciones de Narigón del siglo- despliega ahora la ironía que en la complicidad del oyente tendrá por fin despertar la reflexión y la sensibilidad emotiva.


Sabemos también por Bergson que existe un cierto pesimismo que se va afirmando a medida que el que ríe razona su risa. Por lo pronto, podemos advertir, como en parte ya lo hemos hecho, que el sentimiento ante este nuevo humor será muy diferente al anterior. Veamos en principio algunos versos de La gente se divierte:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se desviste
en este ácido mundial.


Ya en el comienzo de esta primera estrofa podemos ver claramente que existe una tensión entre el significado que denota el primer verso (“La gente se divierte”) y el que denota el último (“en este ácido mundial”); tensión, por cierto, sobre la cual se posa la ironía que intenta dar cuenta del “mundo feliz” que actualmente nos toca vivir. Claro que la misma está presente también en el contraste del plano musical -un reggae festivo- y el plano temático con toda su carga de crítica. Por ende, se torna inevitable que frente al buen humor que nos provee dicha melodía -por supuesto siempre habrá quien la desprecie- se imponga la reflexión que nos tiene reservada la ironía, y que necesariamente impedirá que se prolongue la dicha conquistada. Continúa la canción:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se destruye,
fagocita y amasija entre sí.
[...]
Días de perdón virtual.
Las tripas cantoras
de este hambre mundial
dan vida a este monstruo paquete.



Dudamos que una lectura consciente de estos versos soslaye un posible sentimiento de tristeza. Nada quedó, en esta humorada irónica, de la liviandad que habitaba el humor en los primeros discos. La temática superficial, y en cierto modo procaz, de canciones como Camarón Bombay o Tajo C ha virado en una mirada crítica sobre la realidad social. El humor que habitaba en la poesía se ubica a partir de este momento en el plano puramente musical. Puede decirse, incluso, que el “buen” humor que habitaba en las palabras se trastrueca ahora en “mal” humor.

Vemos así cómo frente al humor destilado que Lipovetsky observa en la posmodernidad francesa de mitad de los ’80 -y que Divididos parece justificar en la Argentina de mitad de los ’90- emerge un costado reaccionario del humor, aunque con un sentido progresista, en los albores del nuevo milenio.

En La firma del opa -canción que, como ya se mencionó, también integra el disco Narigón del siglo- parte de lo dicho anteriormente se repite; sólo que ahora la referencia es claramente localista:

Se han gastado a cuenta
todos los millones,
libras esterlinas,
francos, patacones,
5000 torinos,
kartings y Mercedes,
pisos en Manhatan,
quintas en Olivos.
[...]
Y todo porqué...
Por la firma del opa.



El foco que utiliza la mirada del poeta se compone en este caso del balance moral que hacia fines del gobierno menemista da, lamentablemente, negativo. Y nuevamente, la ironía hace equilibrio entre una crítica mordaz que habita lo poético y un plano musical que se compone con el desparpajo humorístico de una chacarera ejecutada con charango.

De modo tal que en esta tensión de ambos planos -que podemos llamar dialéctica-, en donde Divididos construye su perfil humorístico-emotivo, está presente también la tensión entre la risa represiva de Bergson y la risa democrática de Lipovetsky. Aunque Divididos en su último disco, Vengo del placard de otro (2002), parece querer resolver dicha tensión al abocarse pura y exclusivamente a una poética de mirada crítica; signo, tal vez, de una toma de consciencia en sintonía con las oscilaciones políticas del país, pues, mal que les pese a algunos nostálgicos de la risa fácil, el fin de la “fiesta” menemista dio paso al mal humor y al sentimiento de tristeza ante una realidad, durante años, mal observada; lo cual, en cierto modo, explica por qué en la Argentina de hoy se habla más de tango que de rock. Quevachaché.



El presente trabajo fue expuesto por Darío Maroño en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas en septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo”.

Foto: Arnedo- Mollo

El humor en Divididos (segunda entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor


En el caso de Jamelosapoaí, canción del disco Acariciando lo áspero (1991), el humor se encauza por un lugar distinto al anterior: se abandona la temática soez en pos del juego simple de palabras con características absurdas. La misma dice:

Y si venís de afuera dejá el Paraguay.
Y si venís de afuera dejá el paragua ahí.
Hay que estar drogau pa’ dejá el Paraguay.


Como se observa en los versos que la componen, el juego de palabras radica en la alternancia del sustantivo propio “Paraguay” por la estructura homófona “paragua ahí”. La indudable incapacidad de reflexión emotiva por parte del oyente sobre este hecho humorístico es algo que no merece mayores explicaciones dada su evidencia.


Por otra parte, el mismo carácter “sutil” para el humor será utilizado en Tajo C, canción de La era de la boludez (1993) en donde el homenaje a los “tajos” argentinos -un modo particularmente “romántico” de llamar a las mujeres después de Spinetta en los ’70- permite a los músicos recrear cierta exaltación adolescente por aquellas mujeres que en sus años de gloria -con excepción de “La Gorda Matosas”, cuya edad dorada nos es desconocida- tuvieron la virtud de acaparar gran parte de la atención del público masculino. Algunos versos de este diálogo-canción así las recuerdan:

― Y bueno, así se escribe la poesía tajante.
― Tres de la mañana. Linda hora para un tajo.
[...]
Tajo tajo
Betty Peggy Mary y July
Tajo tajo
Ta’ Jorge?
― Tita Merello, Azucena Maizani, Olinda Bozán y
― Y la Gorda Matosas, hermano.


En esta canción volvemos a encontrarnos con el juego de palabras -similar a la canción anterior- en frases como “poesía ‘tajante’” o “Ta’ Jorge?”, pero con el agregado de que las voces que oímos parecen tener las cuerdas vocales congeladas, dándole a la canción un aire infantil, hecho justificado por la dedicatoria que dice: “Dedicado a los célebres tajos argentinos por tantas tardes de matineé”. Aunque por otro lado este “aire infantil”, hacia el final de la canción, deviene casi en vientos de lujuria:

― Y tenemos también a quién
― A la Coca
― ¡La Gorda Sarli!, ¡monumento a la teta!
― La Betty Pandolfo, Evarista Piana, Lola
Mora, Teresa Piernas
[...]
Bueno
Llevá de los verdes
llevá de los azules
llevá de los rosados
llevá de los de hule
― Y con el enano qué hacemos
― El enano dejalo, Mollo



La mención que se hace en los últimos versos acerca de “los verdes”, “los azules”, “los rosados”, y sobre todo, “los de hule” no parece tener otra connotación que los famosos “globitos” que todos conocemos como preservativos.

Ahora bien, dejando un poco de lado la idea de Bergson sobre la “anestesia momentánea del corazón” -idea que compete más, si se quiere, al oyente que al creador- nos abocamos a lo que expresa Gilles Lipovetsky en La era del vacío sobre el “humor posmoderno”:

[...] el humor contemporáneo se muestra insustancial y describe un universo radiante [...]
el humor en este caso no tiene nada que ver con la agudeza, como si lo que tuviera cierta profundidad pudiera desmontar el ambiente de proximidad y comunicación [...] el tono es sombrío, vagamente provocador, cae en lo vulgar, exhibe ostentosamente la emancipación del lenguaje, del sujeto, a menudo del sexo.


Es claro entonces que hasta el momento Divididos también encuadra dentro de esta categoría de "humor light". Aunque no deja de llamarnos la atención esta tendencia en el grupo cuando observamos que la última canción analizada se encuentra formando parte de un disco titulado nada menos que La era de la boludez -título que por cierto podría haber llevado la mencionada obra de Lipovetsky, y que tal vez por consejo de algún traductor moderado, o comerciante, no llevó-, y el cual critica, en varias de sus letras, ciertas tendencias primermundistas sucedidas en los últimos tiempos del país. Algo que permite sospechar, al menos, el triste contrapunto humorístico que tendrá lugar posteriormente en el disco Gol de mujer de 1998, donde la temática sórdida de una canción como Clavador de querubín -alusión sutil a las tendencias sexuales de algún pederasta de turno- se contrapone al humor liviano y pasajero de Letra gótica y de Niño hereje, ambas de perfil burlón sobre algunos personajes característicos de la sociedad. En el caso de la primera, la referencia más directa parece ser un linyera: “Se paraba de costado / como letra gótica. / Por arquero de la mugre / fue fragancia de tribuna. / Casa cuna en los cubiles, / no hospedado ni gusano ni nada”. En la segunda, un posible adolescente con toda su “rebeldía” a cuestas: “Niño hereje, niño hereje, / nunca salga sin su fucking medallón. / Estampita, caminata, olor a pata, fe fifi”.



El presente trabajo fue expuesto por Darío Maroño en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas en septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo” .

Foto: Isabel Sarli, "monumento a la teta" (sic)

jueves, 31 de enero de 2008

El humor en Divididos (primera entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor




Henry Bergson, en su obra La risa del año 1900, dice ya en las primeras páginas que el carácter particular de todo aquello que ha de causarnos gracia no es otro que el de poseer características humanas. De ahí que la distancia previa que pudiese haber ¾en una perspectiva gnoseológica- respecto del objeto observado y nosotros será saldada mediante el reconocimiento de actitudes que nos pertenecen en tanto que humanos; algo que en un modo simple y resumido implicaría no reírnos sino siempre de nosotros mismos.

En el tema que nos proponemos desarrollar hoy aquí -el tratamiento del humor en la poética de Divididos-, si bien se cumple el aspecto mencionado por Bergson, se torna necesario establecer previamente, y desarrollarlas a lo largo del presente trabajo, las dos categorías dentro del “humor” que denota el grupo en sus canciones.

Si nos preguntaran cuál parece ser el objetivo más inherente al humor, seguramente muchos diríamos que estimular la risa o el entretenimiento. Incluso, la dicha, el placer y la felicidad, por último, no nos serían para nada consecuencias ajenas a él. Tal estado, sin embargo, según Bergson irá necesariamente acompañado de una “insensibilidad”, es decir, de una “anestesia momentánea del corazón”, en tanto que circunstancia insoslayable para lograr que lo cómico produzca así su efecto; lo cual necesariamente determina, para el mismo filósofo, apelar de un modo excluyente a la inteligencia pura -siempre dentro de una red social de inteligencias cómplices-, dejando al margen cualquier tipo de emoción. De manera tal que por un lado, si bien el humor requiere de inteligencias puras, prescinde por otro de toda reflexión que involucre cualquier emoción posible. Es decir, nos reímos de nosotros pero no reflexionamos acerca del objeto que promueve nuestra risa; lo cual implica en cierto modo que la risa sea directamente proporcional al grado de inconsciencia que tengamos de nosotros mismos.

Ahora bien, si tenemos en cuenta una de las tantas variantes del humor, como en este caso puede ser la ironía, veremos que la misma no suele permitir desatenciones de tal tipo. Por el contrario, detrás de la ironía siempre está la crítica, y las consecuencias que la misma traiga, usualmente el encono, no tendrán lugar sin una reflexión de tinte emotivo. Dependiendo el grado de encono, a su vez, del tema y de la mayor o menor distancia que tengamos respecto del objeto ironizado.

De modo que tenemos, por un lado, un humor irreflexivo tendiente a la felicidad; por otro, un humor de cuya reflexión, inevitablemente, nacerán consecuencias emotivas. En Divididos, la primera de estas cualidades humorísticas es observable ya en los primeros discos. Así, en 40 dibujos ahí en el piso (1989), una canción como Camarón Bombay denota este primer perfil humorístico en algunos de sus versos:

Camarón Bombay,
Camarón Bombay,
por lo’ intestinos,
Camarón Bombay.
No te hagas el rastafari,
no te hagas el rastaman
porque te van a hacer
el oi-oi-oi-oi-oio



A simple vista, la temática parece girar en torno a una anécdota interna sobre la ingesta de camarones de algún allegado al grupo, donde lo gracioso podría residir en los efectos que la misma produjo a nivel intestinal algunas horas después, recordemos: “Camarón Bombay, /Camarón Bombay, /por lo’ intestinos”. Sin embargo, la relación “camarón”/ “intestino” puede ser otra si tenemos en cuenta, al momento de la interpretación, el marco de referencia que nos dan los versos “porque te van a hacer /el oi-oi-oi-oi-oio”. Dicha advertencia, encadenada causalmente a los versos que la anteceden, deja entrever, al margen de una posible referencia al “Bahiano” (cantante de Los Pericos en aquellos tiempos), una alusión de características sexuales, cercanas, puede decirse, a una violación homosexual masculina. Por lo que entendemos que “camarón” alude claramente a cualidades fálicas, mientras que “intestino”, al eufemismo que evita hablar de “ano”, “recto” o de algún otro sinónimo con más acatamiento en el lenguaje coloquial, como por ejemplo “culo”, que sonaría inapropiado si se mencionara en estas circunstancias académicas. Así, entendemos que el vuelo humorístico de estos primeros versos es más bien rastrero y soez; e incluso puede hasta pensarse que dista de una “inteligencia pura”, aunque como advertimos, lo está mucho más de cualquier reflexión emocional.


El presente texto fue expuesto en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas durante septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo" por Darío Maroño.


Foto: Morfología general del camarón

martes, 29 de enero de 2008

Luis Alberto Spinetta o la música de las esferas


Los tiempos de Jade

A 18’ minutos del sol (1977) es un disco de jazz- rock, craneado por la llamada Banda Spinetta, que sentó definitivamente las bases de una nueva explosión spinetteana: Spinetta Jade y la celebración del nacimiento de su primer hijo, Dante. El título, tal como lo explicara su autor, surge de un error matemático de diez minutos luz en el cálculo de la distancia que separa a la tierra del sol, efectuado por él mismo y Ricardo Miró, un matemático amigo, que fuera compañero de Spinetta en el colegio secundario. En efecto, el disco debería haberse llamado A 8 minutos 18 segundos del sol. Orientado hacia una estética etérea, instrospectiva e instrumental, que evoca un sonido “almendrizado”, se destacan tres letras: Canción para los días de la vida, Toda la vida tiene música hoy y Eternidad imaginaria.

La “alta poesía” de Canción para los días de la vida rememora el mundo de fantasía de los tiempos de Almendra (justamente, este tema formaba parte de la fallida ópera-rock inédita que Spinetta compusiera para Almendra), colmado de metáforas, comparaciones y descripciones nonsénsicas despojadas de adjetivación: hay gnomos de lata, duendes que nacen en el interior del sujeto y tienen “orejas blancas como un soplo de pan y arroz”, “un hongo como nariz”, “cuatro pelos locos”, “un violín que nunca calla” y “un corazón de mantel y batón”. Y también se plasma la representación de la luz en forma explícita y directa: “Tengo que aprender a ser luz/ entre tanta gente detrás”.

Por su parte, en Toda la vida tiene música hoy se representa la noción del artista que no crea de la nada, sino que toma prestadas melodías que se encuentran en el universo, que ya están en el aire y simplemente las ejecuta. La totalidad de las cosas que conforman la existencia es música, incluso, el silencio, tal como podría probarlo 4:33, del músico inglés John Cage, donde se ejecutan cuatro minutos y medio de silencio.

En Eternidad imaginaria se exhibe la idea de Dios, pero esta vez la dualidad belleza-dolor que Él generaba es salvada por la incorporación de la imagen de un dios de la guerra. Tres elementos se alinean y entrelazan: Dios (infinito y perfecto), la luz (destino final del hombre representado en el sol) y el tiempo (finito e imperfecto). Hacia el final, el texto adopta la forma de una profecía.

Con el arribo de 1978 todo estaba listo para grabar un disco con la Banda Spinetta que iba a llamarse Los espacios amados con una mayoría de temas instrumentales ya presentados en vivo en una línea decididamente jazzera. A cambio de ello, Luis Alberto Spinetta aunó bajo el nombre de Guitarra Negra un puñado de poemas que dio a conocer en lo que sería su primer y único libro de poesía publicado hasta hoy. Se articula en siete partes sin título y una octava denominada “escorias diferenciales del alma de la letra poética”. Los temas que atraviesan los poemas se relacionan con aquellos que horadan las letras de sus canciones: la idea de Dios en la naturaleza, la mirada hacia la mujer, el paso del tiempo, el amor, los paisajes, la recurrente figura del jardín, los viajes, el cielo, las ciudades, la muerte y la luz como representación de un lugar de paz. Todos ellos se conjugan en esta obra que desde su título evoca a los poetas malditos franceses. Son poemas decididamente surrealistas tanto desde el aspecto formal como desde su contenido, cuyo tono onírico exhibe el inconsciente y vuelve enrevesados muchos de sus versos. Un Spinetta de juventud, donde se funden la poesía y el problema crucial del ser y a través del que se expresa una zona del espíritu humano donde las dualidades vida-muerte, real-imaginario y pasado-futuro dejan de ser percibidas de forma contradictoria.

Belén Iannuzzi

Charly, la soledad como concepto constante


Tiempos Modernos

En 1994, Os Paralamas do Suceso incluyeron en su álbum Severino la canción El vampiro bajo el sol, compuesta junto a Fito Páez y dedicada a Charly García. No existe posiblemente una imagen que sea más representativa de la soledad que la de un vampiro y allí radica la virtud de la letra, que es al mismo tiempo un homenaje y un retatro. Según Herbert Vianna “el tema que le dedicamos a García tiene que ver con Crónicas de vampiros de Anne Ricce, un libro que me llevó a pensar en Charly. Él no es un vampiro, pero se emparenta con los personajes del libro por la soledad y la eternidad: son los condenados a vivir por siempre”.


Si en su carrera solista el tema de la soledad comenzó a cobrar cada vez mayor importancia, sin embargo en la primera etapa, que podríamos ubicar entre 1982 y 1988, no paracía aún ser tan preponderante. Con todo, uno de los que con mayor claridad percibió el cambio fue León Gieco, quien opinó: "Charly escribió poesías muy políticas en la época de Sui Géneris o La Máquina de Hacer Pájaros y después llegó a un punto en Clics modernos en donde empezó a hablar de sus soledades. Es su forma de ver la vida”.


La aparición conjunta de Pubis angelical, banda de sonido de la película homónima basada en un libro de Manuel Puig, y de Yendo de la cama al living representó todo un acontecimiento en el rock argentino. En el primer caso, porque aparecía en toda su dimensión la sensibilidad del músico casi en forma pura, es decir, prácticamente sin interferencias vocales; en el segundo, porque Yendo… era un álbum en el que no había ninguna canción de relleno y con el que sin duda se inaugura una etapa en el plano poético: comienza a mostrarse allí un personaje genial acosado por la fama que sólo puede encontrar su redención en el amor.

Oscar Conde

Divididos, de la existencia crítica a la crítica de la existencia


Crítica de la existencia

Muchos artistas de rock suelen verse enfrentados con una paradoja que deben resolver: cambiar el estilo o morir, o bien cambiar y morir precisamente por eso. Es así que están quienes deciden cambiar y logran pervivir, como Divididos, y quienes no, y sin embargo logran subsistir, como en el caso de Los Ratones Paranoicos. Aunque es justo decir que de las dos actitudes siempre es más loable la de quien asume un riesgo.

En Divididos el cambio se enmarca en la crítica de la realidad circundante; como quien eleva la voz por primera vez para decir –cansado de su pasividad–, de un modo intransigente, “no”. Pero tal actitud incluye ubicarse de un lado u otro del terreno, asumiendo una responsabilidad moral en el hecho de juzgar tal o cual cosa, justamente, por carecer esta de dicha cualidad.

Frente a lo observado en todo el desarrollo precedente, puede pensarse que es a partir de este momento que Divididos asume el rol más característico del rock: la crítica.

A diferencia de lo expuesto anteriormente, donde la realidad era descripta desde una perspectiva existencial, es decir, desde la situación espiritual del hombre frente al mundo, ahora lo será sobrevolando algunas de las estructuras de poder que conforman parte de las causas de su situación social cotidiana, y criticando la influencia nociva de sectores como la Iglesia, el periodismo, la política y las compañías discográficas, entre otros, conformando un campo temático distinto del cual formaban parte canciones anteriores. Sin embargo, esto no impedirá que las ideas presentes en los discos se entrecrucen, y se llegue al caso de contaminaciones recíprocas que, no obstante, no llegarán por eso a modificar la tendencia principal que se intenta proponer. Tan es así que una canción como Puertas (Vengo del placard de otro, 2002), de claro perfil existencial, cuyo mensaje nos induce a un mundo laberíntico y siniestro –cercano al que supo escribir Kafka–, parece coincidir muy poco con la intención de crítica social que en general adopta el disco. Y aún mayor es el conflicto si se compara esta canción con Un alegre en este infierno (Vengo del placard de otro), cuya letra vislumbra una esperanza: “A estos hombres tristes / por favor no dejen de amar”.

En un plano similar, ¿De qué diario sos? bien puede estar integrando un disco como 40 dibujos ahí en el piso sin alterar el lineamiento general del mismo, que está mucho más cerca del conflicto existencial. Y de la misma manera, canciones como El burrito, Paraguay o Haciendo cola para nacer pueden formar parte de Acariciando lo áspero sin ubicarse por ello dentro de lo que llamamos existencia crítica. Antes bien, compartirán con Ala delta el cambio en la temática hacia un enfoque más pragmático sobre las circunstancias que hacen a la realidad actual del ciudadano.

Darío Maroño

viernes, 25 de enero de 2008

Trátame seriamente

Poesía rock a la luz de la academia

Este mes aparece el primero de los dos volúmenes de Poéticas del Rock, trabajo coordinado por el autor de esta nota, que toma la delantera en el análisis académico de los letristas locales

Para dar cuenta del origen de Poéticas del rock hay que remitirse a un libro anterior: Poéticas del tango (2003), donde con otro grupo de investigadores estudiamos la obra de cinco letristas fundamentales (Contursi, Discépolo, Castillo, Expósito y Ferrer). Como es sabido, la mayor parte de los análisis relacionados con la canción popular argentina son de tipo general, pretendida y pretenciosamente abarcativos, lo que propicia que, dentro de cada género, muchas veces se borren, casi por completo, las voces individuales de los letristas. Estas generalizaciones -tan habituales cuando se habla de la poesía del tango- han llevado a forjar ciertos imaginarios que cuanto menos no le hacen honor a la verdad. Es bastante evidente que los versos de Flores poco tienen que ver con los de Manzi, y no solo en un sentido estético o lingüístico: se trata de cosmovisiones casi opuestas.
Mutatis mutandis, dentro del rock nacional es obvio que Moris, Gieco, Cerati y la Bersuit no tienen el mismo tratamiento poético en sus letras. Bien, pero... ¿de qué habla cada uno de ellos en su obra? La respuesta a esa pregunta es lo que nos propusimos develar en los dos volúmenes de Poéticas del rock. De esta forma, la mayoría de los artículos recorren un eje particular de análisis: en la producción de Arco Iris es la aspiración metafísica; en la de Charly García, la soledad; en la de los Redondos, la resistencia.
Parece necesario decir que uso el vocablo poética para referirme a una serie de rasgos temáticos, compositivos y estilísticos característicos de un autor, que no tiene por qué ser necesariamente un poeta. Así puede hablarse de la poética de Horacio Salas, pero también de la poética de Andahazi o la de Kartun. Poéticas del rock se propone caracterizar las principales voces del rock argentino -poetas imprescindibles, sin los cuales el género no hubiese llegado a ser lo que es- y presentar un análisis abarcador de sus obras. Parto del presupuesto de que, si se estudia la producción particular de cada uno, se podrá determinar cuáles son los núcleos semánticos de su poesía y, en suma, sus aportes originales. En la obra de cada letrista del rock subyace una poética: un modo propio de ver la realidad, un lenguaje personal, una manera de contar las cosas. En este sentido, la poética de un autor está hecha de obsesiones, aunque también de silencios. Unas y otros le permiten construir un mundo dentro del mundo.
Por razones editoriales, este libro es publicado en dos volúmenes. Así las cosas, el primero consta de un prólogo, una introducción (en la que se trata sobre la evolución de las letras en el rock anglosajón y los orígenes del rock en la Argentina) y cinco artículos, en los que se estudia la producción de algunas voces surgidas a fines de la década del 60 y comienzos de la del 70: los "cueveros" (Moris, Tanguito y Manal), Arco Iris, Spinetta, Gieco y García. En el volumen II, ocho artículos analizan la obra de grupos y solistas surgidos en la década del 80: Sumo, Divididos, los Redondos, Páez, Calamaro, Cerati y la Bersuit.
Se ha tratado de no perder de vista que no estamos analizando poemas -esto es, textos para ser leídos-, sino versos integrados a una música -es decir, textos para ser escuchados-, los que en última instancia podrían quizás estudiarse en una íntima relación con ella. Con todo, ello no es imprescindible. Si fuese necesario tomar en cuenta la música para estudiar un texto, nada podría decirse de un coro de Sófocles o de un cantar de gesta. Sin desconocer la importancia de la música en sí, que con mucha frecuencia modifica cualitativamente la expresividad literaria, las letras de canciones son literatura -una literatura surgida a partir de una lógica musical, por así decirlo- y, si lo son, ¿qué otra cosa podrían ser sino poesía? Así lo demuestra, por ejemplo, Dylan s Visions of Sin , el meticuloso estudio que Christopher Ricks consagró en 2004 a la poética de Bob Dylan.
Si la mayoría de los argentinos entre 15 y 50 años es capaz de cantar "Canción para mi muerte", "Sólo le pido a Dios" o "Yo vengo a ofrecer mi corazón", es obvio que la poesía de nuestro rock tiene mucho para decirnos de nosotros mismos.

Oscar Conde en ADN CULTURA