jueves, 31 de enero de 2008

El humor en Divididos (primera entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor




Henry Bergson, en su obra La risa del año 1900, dice ya en las primeras páginas que el carácter particular de todo aquello que ha de causarnos gracia no es otro que el de poseer características humanas. De ahí que la distancia previa que pudiese haber ¾en una perspectiva gnoseológica- respecto del objeto observado y nosotros será saldada mediante el reconocimiento de actitudes que nos pertenecen en tanto que humanos; algo que en un modo simple y resumido implicaría no reírnos sino siempre de nosotros mismos.

En el tema que nos proponemos desarrollar hoy aquí -el tratamiento del humor en la poética de Divididos-, si bien se cumple el aspecto mencionado por Bergson, se torna necesario establecer previamente, y desarrollarlas a lo largo del presente trabajo, las dos categorías dentro del “humor” que denota el grupo en sus canciones.

Si nos preguntaran cuál parece ser el objetivo más inherente al humor, seguramente muchos diríamos que estimular la risa o el entretenimiento. Incluso, la dicha, el placer y la felicidad, por último, no nos serían para nada consecuencias ajenas a él. Tal estado, sin embargo, según Bergson irá necesariamente acompañado de una “insensibilidad”, es decir, de una “anestesia momentánea del corazón”, en tanto que circunstancia insoslayable para lograr que lo cómico produzca así su efecto; lo cual necesariamente determina, para el mismo filósofo, apelar de un modo excluyente a la inteligencia pura -siempre dentro de una red social de inteligencias cómplices-, dejando al margen cualquier tipo de emoción. De manera tal que por un lado, si bien el humor requiere de inteligencias puras, prescinde por otro de toda reflexión que involucre cualquier emoción posible. Es decir, nos reímos de nosotros pero no reflexionamos acerca del objeto que promueve nuestra risa; lo cual implica en cierto modo que la risa sea directamente proporcional al grado de inconsciencia que tengamos de nosotros mismos.

Ahora bien, si tenemos en cuenta una de las tantas variantes del humor, como en este caso puede ser la ironía, veremos que la misma no suele permitir desatenciones de tal tipo. Por el contrario, detrás de la ironía siempre está la crítica, y las consecuencias que la misma traiga, usualmente el encono, no tendrán lugar sin una reflexión de tinte emotivo. Dependiendo el grado de encono, a su vez, del tema y de la mayor o menor distancia que tengamos respecto del objeto ironizado.

De modo que tenemos, por un lado, un humor irreflexivo tendiente a la felicidad; por otro, un humor de cuya reflexión, inevitablemente, nacerán consecuencias emotivas. En Divididos, la primera de estas cualidades humorísticas es observable ya en los primeros discos. Así, en 40 dibujos ahí en el piso (1989), una canción como Camarón Bombay denota este primer perfil humorístico en algunos de sus versos:

Camarón Bombay,
Camarón Bombay,
por lo’ intestinos,
Camarón Bombay.
No te hagas el rastafari,
no te hagas el rastaman
porque te van a hacer
el oi-oi-oi-oi-oio



A simple vista, la temática parece girar en torno a una anécdota interna sobre la ingesta de camarones de algún allegado al grupo, donde lo gracioso podría residir en los efectos que la misma produjo a nivel intestinal algunas horas después, recordemos: “Camarón Bombay, /Camarón Bombay, /por lo’ intestinos”. Sin embargo, la relación “camarón”/ “intestino” puede ser otra si tenemos en cuenta, al momento de la interpretación, el marco de referencia que nos dan los versos “porque te van a hacer /el oi-oi-oi-oi-oio”. Dicha advertencia, encadenada causalmente a los versos que la anteceden, deja entrever, al margen de una posible referencia al “Bahiano” (cantante de Los Pericos en aquellos tiempos), una alusión de características sexuales, cercanas, puede decirse, a una violación homosexual masculina. Por lo que entendemos que “camarón” alude claramente a cualidades fálicas, mientras que “intestino”, al eufemismo que evita hablar de “ano”, “recto” o de algún otro sinónimo con más acatamiento en el lenguaje coloquial, como por ejemplo “culo”, que sonaría inapropiado si se mencionara en estas circunstancias académicas. Así, entendemos que el vuelo humorístico de estos primeros versos es más bien rastrero y soez; e incluso puede hasta pensarse que dista de una “inteligencia pura”, aunque como advertimos, lo está mucho más de cualquier reflexión emocional.


El presente texto fue expuesto en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas durante septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo" por Darío Maroño.


Foto: Morfología general del camarón

martes, 29 de enero de 2008

Luis Alberto Spinetta o la música de las esferas


Los tiempos de Jade

A 18’ minutos del sol (1977) es un disco de jazz- rock, craneado por la llamada Banda Spinetta, que sentó definitivamente las bases de una nueva explosión spinetteana: Spinetta Jade y la celebración del nacimiento de su primer hijo, Dante. El título, tal como lo explicara su autor, surge de un error matemático de diez minutos luz en el cálculo de la distancia que separa a la tierra del sol, efectuado por él mismo y Ricardo Miró, un matemático amigo, que fuera compañero de Spinetta en el colegio secundario. En efecto, el disco debería haberse llamado A 8 minutos 18 segundos del sol. Orientado hacia una estética etérea, instrospectiva e instrumental, que evoca un sonido “almendrizado”, se destacan tres letras: Canción para los días de la vida, Toda la vida tiene música hoy y Eternidad imaginaria.

La “alta poesía” de Canción para los días de la vida rememora el mundo de fantasía de los tiempos de Almendra (justamente, este tema formaba parte de la fallida ópera-rock inédita que Spinetta compusiera para Almendra), colmado de metáforas, comparaciones y descripciones nonsénsicas despojadas de adjetivación: hay gnomos de lata, duendes que nacen en el interior del sujeto y tienen “orejas blancas como un soplo de pan y arroz”, “un hongo como nariz”, “cuatro pelos locos”, “un violín que nunca calla” y “un corazón de mantel y batón”. Y también se plasma la representación de la luz en forma explícita y directa: “Tengo que aprender a ser luz/ entre tanta gente detrás”.

Por su parte, en Toda la vida tiene música hoy se representa la noción del artista que no crea de la nada, sino que toma prestadas melodías que se encuentran en el universo, que ya están en el aire y simplemente las ejecuta. La totalidad de las cosas que conforman la existencia es música, incluso, el silencio, tal como podría probarlo 4:33, del músico inglés John Cage, donde se ejecutan cuatro minutos y medio de silencio.

En Eternidad imaginaria se exhibe la idea de Dios, pero esta vez la dualidad belleza-dolor que Él generaba es salvada por la incorporación de la imagen de un dios de la guerra. Tres elementos se alinean y entrelazan: Dios (infinito y perfecto), la luz (destino final del hombre representado en el sol) y el tiempo (finito e imperfecto). Hacia el final, el texto adopta la forma de una profecía.

Con el arribo de 1978 todo estaba listo para grabar un disco con la Banda Spinetta que iba a llamarse Los espacios amados con una mayoría de temas instrumentales ya presentados en vivo en una línea decididamente jazzera. A cambio de ello, Luis Alberto Spinetta aunó bajo el nombre de Guitarra Negra un puñado de poemas que dio a conocer en lo que sería su primer y único libro de poesía publicado hasta hoy. Se articula en siete partes sin título y una octava denominada “escorias diferenciales del alma de la letra poética”. Los temas que atraviesan los poemas se relacionan con aquellos que horadan las letras de sus canciones: la idea de Dios en la naturaleza, la mirada hacia la mujer, el paso del tiempo, el amor, los paisajes, la recurrente figura del jardín, los viajes, el cielo, las ciudades, la muerte y la luz como representación de un lugar de paz. Todos ellos se conjugan en esta obra que desde su título evoca a los poetas malditos franceses. Son poemas decididamente surrealistas tanto desde el aspecto formal como desde su contenido, cuyo tono onírico exhibe el inconsciente y vuelve enrevesados muchos de sus versos. Un Spinetta de juventud, donde se funden la poesía y el problema crucial del ser y a través del que se expresa una zona del espíritu humano donde las dualidades vida-muerte, real-imaginario y pasado-futuro dejan de ser percibidas de forma contradictoria.

Belén Iannuzzi

Charly, la soledad como concepto constante


Tiempos Modernos

En 1994, Os Paralamas do Suceso incluyeron en su álbum Severino la canción El vampiro bajo el sol, compuesta junto a Fito Páez y dedicada a Charly García. No existe posiblemente una imagen que sea más representativa de la soledad que la de un vampiro y allí radica la virtud de la letra, que es al mismo tiempo un homenaje y un retatro. Según Herbert Vianna “el tema que le dedicamos a García tiene que ver con Crónicas de vampiros de Anne Ricce, un libro que me llevó a pensar en Charly. Él no es un vampiro, pero se emparenta con los personajes del libro por la soledad y la eternidad: son los condenados a vivir por siempre”.


Si en su carrera solista el tema de la soledad comenzó a cobrar cada vez mayor importancia, sin embargo en la primera etapa, que podríamos ubicar entre 1982 y 1988, no paracía aún ser tan preponderante. Con todo, uno de los que con mayor claridad percibió el cambio fue León Gieco, quien opinó: "Charly escribió poesías muy políticas en la época de Sui Géneris o La Máquina de Hacer Pájaros y después llegó a un punto en Clics modernos en donde empezó a hablar de sus soledades. Es su forma de ver la vida”.


La aparición conjunta de Pubis angelical, banda de sonido de la película homónima basada en un libro de Manuel Puig, y de Yendo de la cama al living representó todo un acontecimiento en el rock argentino. En el primer caso, porque aparecía en toda su dimensión la sensibilidad del músico casi en forma pura, es decir, prácticamente sin interferencias vocales; en el segundo, porque Yendo… era un álbum en el que no había ninguna canción de relleno y con el que sin duda se inaugura una etapa en el plano poético: comienza a mostrarse allí un personaje genial acosado por la fama que sólo puede encontrar su redención en el amor.

Oscar Conde

Divididos, de la existencia crítica a la crítica de la existencia


Crítica de la existencia

Muchos artistas de rock suelen verse enfrentados con una paradoja que deben resolver: cambiar el estilo o morir, o bien cambiar y morir precisamente por eso. Es así que están quienes deciden cambiar y logran pervivir, como Divididos, y quienes no, y sin embargo logran subsistir, como en el caso de Los Ratones Paranoicos. Aunque es justo decir que de las dos actitudes siempre es más loable la de quien asume un riesgo.

En Divididos el cambio se enmarca en la crítica de la realidad circundante; como quien eleva la voz por primera vez para decir –cansado de su pasividad–, de un modo intransigente, “no”. Pero tal actitud incluye ubicarse de un lado u otro del terreno, asumiendo una responsabilidad moral en el hecho de juzgar tal o cual cosa, justamente, por carecer esta de dicha cualidad.

Frente a lo observado en todo el desarrollo precedente, puede pensarse que es a partir de este momento que Divididos asume el rol más característico del rock: la crítica.

A diferencia de lo expuesto anteriormente, donde la realidad era descripta desde una perspectiva existencial, es decir, desde la situación espiritual del hombre frente al mundo, ahora lo será sobrevolando algunas de las estructuras de poder que conforman parte de las causas de su situación social cotidiana, y criticando la influencia nociva de sectores como la Iglesia, el periodismo, la política y las compañías discográficas, entre otros, conformando un campo temático distinto del cual formaban parte canciones anteriores. Sin embargo, esto no impedirá que las ideas presentes en los discos se entrecrucen, y se llegue al caso de contaminaciones recíprocas que, no obstante, no llegarán por eso a modificar la tendencia principal que se intenta proponer. Tan es así que una canción como Puertas (Vengo del placard de otro, 2002), de claro perfil existencial, cuyo mensaje nos induce a un mundo laberíntico y siniestro –cercano al que supo escribir Kafka–, parece coincidir muy poco con la intención de crítica social que en general adopta el disco. Y aún mayor es el conflicto si se compara esta canción con Un alegre en este infierno (Vengo del placard de otro), cuya letra vislumbra una esperanza: “A estos hombres tristes / por favor no dejen de amar”.

En un plano similar, ¿De qué diario sos? bien puede estar integrando un disco como 40 dibujos ahí en el piso sin alterar el lineamiento general del mismo, que está mucho más cerca del conflicto existencial. Y de la misma manera, canciones como El burrito, Paraguay o Haciendo cola para nacer pueden formar parte de Acariciando lo áspero sin ubicarse por ello dentro de lo que llamamos existencia crítica. Antes bien, compartirán con Ala delta el cambio en la temática hacia un enfoque más pragmático sobre las circunstancias que hacen a la realidad actual del ciudadano.

Darío Maroño

viernes, 25 de enero de 2008

Trátame seriamente

Poesía rock a la luz de la academia

Este mes aparece el primero de los dos volúmenes de Poéticas del Rock, trabajo coordinado por el autor de esta nota, que toma la delantera en el análisis académico de los letristas locales

Para dar cuenta del origen de Poéticas del rock hay que remitirse a un libro anterior: Poéticas del tango (2003), donde con otro grupo de investigadores estudiamos la obra de cinco letristas fundamentales (Contursi, Discépolo, Castillo, Expósito y Ferrer). Como es sabido, la mayor parte de los análisis relacionados con la canción popular argentina son de tipo general, pretendida y pretenciosamente abarcativos, lo que propicia que, dentro de cada género, muchas veces se borren, casi por completo, las voces individuales de los letristas. Estas generalizaciones -tan habituales cuando se habla de la poesía del tango- han llevado a forjar ciertos imaginarios que cuanto menos no le hacen honor a la verdad. Es bastante evidente que los versos de Flores poco tienen que ver con los de Manzi, y no solo en un sentido estético o lingüístico: se trata de cosmovisiones casi opuestas.
Mutatis mutandis, dentro del rock nacional es obvio que Moris, Gieco, Cerati y la Bersuit no tienen el mismo tratamiento poético en sus letras. Bien, pero... ¿de qué habla cada uno de ellos en su obra? La respuesta a esa pregunta es lo que nos propusimos develar en los dos volúmenes de Poéticas del rock. De esta forma, la mayoría de los artículos recorren un eje particular de análisis: en la producción de Arco Iris es la aspiración metafísica; en la de Charly García, la soledad; en la de los Redondos, la resistencia.
Parece necesario decir que uso el vocablo poética para referirme a una serie de rasgos temáticos, compositivos y estilísticos característicos de un autor, que no tiene por qué ser necesariamente un poeta. Así puede hablarse de la poética de Horacio Salas, pero también de la poética de Andahazi o la de Kartun. Poéticas del rock se propone caracterizar las principales voces del rock argentino -poetas imprescindibles, sin los cuales el género no hubiese llegado a ser lo que es- y presentar un análisis abarcador de sus obras. Parto del presupuesto de que, si se estudia la producción particular de cada uno, se podrá determinar cuáles son los núcleos semánticos de su poesía y, en suma, sus aportes originales. En la obra de cada letrista del rock subyace una poética: un modo propio de ver la realidad, un lenguaje personal, una manera de contar las cosas. En este sentido, la poética de un autor está hecha de obsesiones, aunque también de silencios. Unas y otros le permiten construir un mundo dentro del mundo.
Por razones editoriales, este libro es publicado en dos volúmenes. Así las cosas, el primero consta de un prólogo, una introducción (en la que se trata sobre la evolución de las letras en el rock anglosajón y los orígenes del rock en la Argentina) y cinco artículos, en los que se estudia la producción de algunas voces surgidas a fines de la década del 60 y comienzos de la del 70: los "cueveros" (Moris, Tanguito y Manal), Arco Iris, Spinetta, Gieco y García. En el volumen II, ocho artículos analizan la obra de grupos y solistas surgidos en la década del 80: Sumo, Divididos, los Redondos, Páez, Calamaro, Cerati y la Bersuit.
Se ha tratado de no perder de vista que no estamos analizando poemas -esto es, textos para ser leídos-, sino versos integrados a una música -es decir, textos para ser escuchados-, los que en última instancia podrían quizás estudiarse en una íntima relación con ella. Con todo, ello no es imprescindible. Si fuese necesario tomar en cuenta la música para estudiar un texto, nada podría decirse de un coro de Sófocles o de un cantar de gesta. Sin desconocer la importancia de la música en sí, que con mucha frecuencia modifica cualitativamente la expresividad literaria, las letras de canciones son literatura -una literatura surgida a partir de una lógica musical, por así decirlo- y, si lo son, ¿qué otra cosa podrían ser sino poesía? Así lo demuestra, por ejemplo, Dylan s Visions of Sin , el meticuloso estudio que Christopher Ricks consagró en 2004 a la poética de Bob Dylan.
Si la mayoría de los argentinos entre 15 y 50 años es capaz de cantar "Canción para mi muerte", "Sólo le pido a Dios" o "Yo vengo a ofrecer mi corazón", es obvio que la poesía de nuestro rock tiene mucho para decirnos de nosotros mismos.

Oscar Conde en ADN CULTURA

miércoles, 23 de enero de 2008

El rock como poesía




Oscar Conde, Marcelo Crisafio y Belén Iannuzzi presentaron el libro "Poéticas del rock", en el que se analizan las letras compuestas por Gustavo Santaolalla, Luis Alberto Spinetta, León Gieco y Charly García, entre otras figuras de la música nacional. Entre los asistentes se encontraba el periodista Pipo Lernoud, uno de los precursores de la movida rock en el país. También estaban Victoria Juliá y Alfredo Fraschini, catedráticos de griego y latín, respectivamente, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Entre citas a los "sánguches de miga" de los que hablaba Pappo y versos de Andrés Calamaro, se discutió sobre un género marginal -pero masivo- de las letras argentinas.

En ADN CULTURA

Presentación y aclaración necesaria

Somos un grupo de profesores de Literatura que, aun con la dificultad de estar inmersos en el fenómeno y en la época y carecer, en consecuencia, de la saludable perspectiva que da el tiempo, nos interesamos en iluminar los universos discursivos de los principales letristas de nuestro rock. Esto es, caracterizar las principales voces dentro de la poesía del rock y presentar un análisis abarcador de la obra poética de cada una de ellas.

Con Poéticas del Rock nos propusimos analizar la producción de los autores más importantes del género durante los últimos cuarenta años, ya que creemos que las canciones -en este caso, las letras de rock- son literatura, particularmente, poesía, a veces de buena calidad y otras no tanta. Así como dentro de la denominada poesía “culta” hay una inmensa cantidad de malos poetas, algo similar ocurre en la canción popular, y el rock no constituye ninguna excepción.

Si bien todos los autores de este libro escuchamos rock nacional, éste no es un trabajo de fans incondicionales haciendo una suerte de psicoanálisis de sus ídolos. Por más que la autoreferencialidad sea una constante en las letras de rock, nuestra intención es profundizar en distintos rasgos retóricos, temáticos y estilísticos inherentes a cada artista que, considerados en conjunto, pueden aproximarnos a su cosmovisión.

Por cuestiones editoriales, la obra se publicó en dos volúmenes. En el primero, hemos abordado la producción de solistas y grupos pioneros, así como también la de tres artistas que, surgidos a comienzos de los ’70, conservan plena vigencia: Luis Alberto Spinetta, León Gieco y Charly García. En tanto, el segundo volumen se consagra a figuras cuya producción comenzó en los ’80, como es el caso de Divididos, Fito Páez, Los Redondos, Bersuit Vergarabat y Gustavo Cerati, entre otros.

Bienvenidos.