domingo, 3 de febrero de 2008

El humor en Divididos (tercera entrega)


Del "buen" humor al "mal" humor


Lo que hasta este momento parece ser la etapa más posmoderna en el humor de Divididos sufre un vuelco dos años más tarde con la publicación de Narigón del siglo (2000). A partir de entonces, la ironía mordaz suplanta la liviandad de un humor que adquiere la cualidad de “democrático”. Así, el carácter coercitivo de la risa en el ámbito social parece adquirir cierta relevancia en el perfil humorístico del último disco mencionado. Precisamente, sobre este aspecto práctico de la risa dice Henry Bergson lo siguiente:

La risa es, ante todo, una corrección. Hecha para humillar, ha de producir una impresión penosa en la persona sobre quien actúa. La sociedad se venga por su medio de las libertades que con ella se han tomado. No llenaría sus fines la risa si llevase el sello de la simpatía y de la bondad.

Atrás parece haber quedado la felicidad ingenua de canciones humorísticas donde lo absurdo, lo soez, la irreflexión ante un juego de palabras sin ningún sentido más que el del juego mismo evitan pensar siquiera de un modo casual en el objeto humorizado. De hecho, la presencia de La gente se divierte y La firma del opa -ambas, canciones de Narigón del siglo- despliega ahora la ironía que en la complicidad del oyente tendrá por fin despertar la reflexión y la sensibilidad emotiva.


Sabemos también por Bergson que existe un cierto pesimismo que se va afirmando a medida que el que ríe razona su risa. Por lo pronto, podemos advertir, como en parte ya lo hemos hecho, que el sentimiento ante este nuevo humor será muy diferente al anterior. Veamos en principio algunos versos de La gente se divierte:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se desviste
en este ácido mundial.


Ya en el comienzo de esta primera estrofa podemos ver claramente que existe una tensión entre el significado que denota el primer verso (“La gente se divierte”) y el que denota el último (“en este ácido mundial”); tensión, por cierto, sobre la cual se posa la ironía que intenta dar cuenta del “mundo feliz” que actualmente nos toca vivir. Claro que la misma está presente también en el contraste del plano musical -un reggae festivo- y el plano temático con toda su carga de crítica. Por ende, se torna inevitable que frente al buen humor que nos provee dicha melodía -por supuesto siempre habrá quien la desprecie- se imponga la reflexión que nos tiene reservada la ironía, y que necesariamente impedirá que se prolongue la dicha conquistada. Continúa la canción:

La gente se divierte.
Yo pregunto ¿cuánto es?
La gente se destruye,
fagocita y amasija entre sí.
[...]
Días de perdón virtual.
Las tripas cantoras
de este hambre mundial
dan vida a este monstruo paquete.



Dudamos que una lectura consciente de estos versos soslaye un posible sentimiento de tristeza. Nada quedó, en esta humorada irónica, de la liviandad que habitaba el humor en los primeros discos. La temática superficial, y en cierto modo procaz, de canciones como Camarón Bombay o Tajo C ha virado en una mirada crítica sobre la realidad social. El humor que habitaba en la poesía se ubica a partir de este momento en el plano puramente musical. Puede decirse, incluso, que el “buen” humor que habitaba en las palabras se trastrueca ahora en “mal” humor.

Vemos así cómo frente al humor destilado que Lipovetsky observa en la posmodernidad francesa de mitad de los ’80 -y que Divididos parece justificar en la Argentina de mitad de los ’90- emerge un costado reaccionario del humor, aunque con un sentido progresista, en los albores del nuevo milenio.

En La firma del opa -canción que, como ya se mencionó, también integra el disco Narigón del siglo- parte de lo dicho anteriormente se repite; sólo que ahora la referencia es claramente localista:

Se han gastado a cuenta
todos los millones,
libras esterlinas,
francos, patacones,
5000 torinos,
kartings y Mercedes,
pisos en Manhatan,
quintas en Olivos.
[...]
Y todo porqué...
Por la firma del opa.



El foco que utiliza la mirada del poeta se compone en este caso del balance moral que hacia fines del gobierno menemista da, lamentablemente, negativo. Y nuevamente, la ironía hace equilibrio entre una crítica mordaz que habita lo poético y un plano musical que se compone con el desparpajo humorístico de una chacarera ejecutada con charango.

De modo tal que en esta tensión de ambos planos -que podemos llamar dialéctica-, en donde Divididos construye su perfil humorístico-emotivo, está presente también la tensión entre la risa represiva de Bergson y la risa democrática de Lipovetsky. Aunque Divididos en su último disco, Vengo del placard de otro (2002), parece querer resolver dicha tensión al abocarse pura y exclusivamente a una poética de mirada crítica; signo, tal vez, de una toma de consciencia en sintonía con las oscilaciones políticas del país, pues, mal que les pese a algunos nostálgicos de la risa fácil, el fin de la “fiesta” menemista dio paso al mal humor y al sentimiento de tristeza ante una realidad, durante años, mal observada; lo cual, en cierto modo, explica por qué en la Argentina de hoy se habla más de tango que de rock. Quevachaché.



El presente trabajo fue expuesto por Darío Maroño en las Terceras Jornadas de Cultura Popular: “40 AÑOS DE ROCK NACIONAL”, realizadas en septiembre de 2005 en el Instituto de Enseñanza Superior Nº1 “Dr. Alicia Moreau de Justo”.

Foto: Arnedo- Mollo

1 comentario:

Agustin dijo...

Muy interesantes estos análisis de la "poética de Divididos".

Sinceramente, estaba esperando que alguien realizara este tipo de trabajo con las letras de Mollo y Cía, siendo que en el caso del Indio Solari y Amigos esta práctica se repitió hasta el infinito, el cansancio y el choque de 500 interpretaciones distintas de cada tema.

Los temas humorísticos de Divididos son para mí un "condimento" especial y me encantaría que los hicieran en vivo, pero realmente se perderías la esencia en un recital.